Soy incapaz de tumbarme en la cama sin dormirme.
Me encantan las historias de autobús, tren.
Disfruto con los colores: en los ojos, en el pelo, en las bufandas.
Siempre he querido salir en la noche a andar, andar, andar, simplemente porque la luna es bonita.
En los chicos, los ojos oscuros, muy oscuros.
Hay personas que, para bien más que para mal, nunca me abandonan.
Soy extremadamente desordenada.
Cocino poco y mal.
Siempre tengo intención de leer, pero luego se me atascan las páginas.
Soy tan mala que parezco buena.
Me gusta ir al cine, acompañada.
Los domingos, baileys.
Siento ataduras en las alas.
Creo en los dragones, fantasmas y hadas.
Madrugar, ver amanecer, me hace llorar.
Soy adicta a las películas de terror asiáticas.
Aunque no me guste, como todo lo que sea japonés, no así con el resto de países y sus gastronomías.
No hablo cuando no sé que decir.
Los niños, lejos (los maleducados).
Mi fruta favorita es la manzana.
No me gusta ser yo quien lleve la cámara de fotos.
Me halagan hasta el punto de que me creo las tonterías que me dicen.
Deseo agujerearme X partes del cuerpo.
Un abrazo y un beso, componen mis historias.
Nunca, jamás, olvidaré "La lonja", ni Moho-chan, ni haber crecido, haber querido, ni el primer abrazo...
Escucho música siempre que puedo.
No me gustan los perros porque huelen mal.
Me pongo guapa para mí y, si a alguien le gusta, mejor.
Soy débil, y siempre vuelvo.
A veces vivo en otro lugar.
Tengo ganas de correr.
No entiendo muchas palabras.
Tengo muchísimos comics que aún no me he leido (ni leeré).
Me da miedo bailar (mal).
Finjo, mucho.
Cuando escribo lo hago con música.
Aunque diga que no, me gusta llevar la razón; pero que no sea fácil.
He de confesar tantas cosas que llenaría de líneas la entrada contando mi vida en frases cortas y puntos.
Perdóname, Padre, porque he pecado.