Ya no sabes ni quien eres, cambias tanto que no tienes tiempo de conocerte ni tú.
Sonríes, queriendo cometer estupideces.
Sientes la madera bajo el peso de tu cuerpo, desnudo. Quieres fundirte con el árbol que, en ese momento, se encontrará tan desconocido como tú.
Ayer eras tronco firme arraigado a la tierra; fuiste hoja quebradiza llevada por el viento, y ahora te expandes por la casa, silenciosa, tranquila, echando de menos el tronco y la hoja.
Tienes los pies fríos y esa sensación térmica se extiende por el cuerpo, como agua.
Ojalá fueses agua, y no tierra, tierra firme, arraigada, tierra húmeda y pesada.
Ojalá fueses hoja trémula en la tormenta en vez de madera anhelante.
Pero quieres grabarte un corazón en el tronco, y que todo el mundo, al pasar junto a ti, lo vea y sonría, haciéndolo suyo.
2 comentarios:
la madera absorbe el agua haciéndola parte de sí misma para crecer, las hojas caen del árbol, viendo como flotan con una sonrisa, son frágiles, pero hay muchas, es la tierra quien las acoge una vez terminado su vuelo, mientras que desde el tronco, observas otra parte de ti, los árboles tienen miles de años, y nadie nace conociéndose a sí mismo, el viento nos ayuda a empujar esas hojas para sentir por momentos, sentimientos olvidados.
Escribes muy bien, un placer leerte.
que tengas una feliz semana.
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