lunes, 14 de junio de 2010

Tiempos de paz



Ganas de gritar, rabia, ira, ira.
Como la ansiedad de la espera de la resolución, no el cambio.
Ira, ira, como el suplicar sin respuesta.
Dar patadas al aire y gritos al vacío.
Y ojos de loca, buscándote con la mirada.

Se te escapa de entre los dedos, se te escapa.
Y ni haces ni puedes nada.
Corre la sangre inexorablemente,
por tus venas, por las juntas de las baldosas.

Y la nube de color se forma y se diluye.
Ya no muestra animales extraños o países lejanos,
que ya no nos tumbamos en la hierba a mirar el cielo.

Y no ha vuelto a llover igual que cuando lo hacía estando yo en la azotea.

Es ira lo que golpea las paredes de mi pecho.
Es rabia y ansiedad, de que se me escapen tus sucesos.
De que nos quedemos atrás.
De seguir avanzando, pero siempre a trompicones.

No he vuelto a sentirme como el segundo anterior al sentimiento pasado. Tampoco he vuelto a encontrar los mismos caminos que recorría todos los días. Pero no me ha importado jamás si me pierdo o me encuentro. Lo que tira de mí es la impotencia de perder. Perder, perder, perder. Como si no existiese más estado en mi vida... Necesito una victoria para recobrar las fuerzas del guerrero. Pero no, son tiempos de paz, silenciosos, demasiado.
No quedan héroes ni tiranos.

2 comentarios:

Wind dijo...

la impotencia es solo un reflejo de lo que no valoramos lo suficiente como para mantenerlo, siempre es mas facil esperar.

prometeo dijo...

Quedan héroes, pero sus victorias son efímeras, y se las traga el olvido. Los romanos representaban a la victoria con alas, porque según era alcanzada, emprendía nuevamente el vuelo hacia otros lugares, lejanos, quizás.
Ira, ira, ira. Perder, perder, perder. Tú me dijiste que eras un héroe. Y yo te creí. Y volví a creer en los héroes. En esos que son revividos por las valquirias sobre el campo de batalla, para volver a luchar. Y luchar... Y quizá volver a perder y a morir, para volver a... Y yo te creí.