lunes, 23 de septiembre de 2013

Gracias

Yo, que soy muy de hablarle al otoño, no podría dejar pasar esta puerta en silencio.
Porque cómo no hablar del verano que se acaba,
sin mencionar al ladrón de sábanas y edredones.
Y despierto valiente y nunca-más-sola,
consciente del peligro que supone decir eso,
con la cara levantada,
teniendo delante un camino de octubres
e inviernos.
Pero he caído en la historia,
la mía,
y esta vez me la creo.

Despertarse con el cielo aún sumergido,
con cama y corazón de menos,
robados una madrugada.
Y aún así con más de lo que tenía
antes de acostarme.
Con el pelo enredado y sensaciones
nuevas, como un camino nuevo
por el que ir al sitio de siempre,
mi vida.

Son los últimos rayos de un verano
de carretera y maletas,
camas, ventanas, cocinas.
De una entrada, un billete solo de ida
al valor de vivir
y llámalo X.


Esa sensación de existir,
porque te han visto, conocido,
y aún no han salido huyendo,
aullando.