No tuve tiempo ni de sentir que no sentía. Fue la nada, alguien pulsando un interruptor y después una negrura que solo cobró existencia en el despertar.
Ni tiempo, ni miedo, ni espacio. Ni siquiera estaba yo. Era un cuerpo vacío por primera vez. Y se alegró de estar vacío, y yo me alegré de no estar en ningún sitio.
Luego vuelve la vida, el tiempo y el espacio. No eras y ahora tienes que seguir siendo.
Me he preguntado muchas veces si estar muerto es como estar sedado. Espero que sí.
Porque sueño yo no lo estoy. Pero a veces busco a tientas el interruptor de mi mente, para ver si consigo apagar esta pantalla y darle un respiro a esa estúpida manía de vivir, de seguir adelante aunque ya no quede aliento.
Siempre un día más. Siempre un pie delante del otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario