quiebra los espejos
tiene en su espalda clavadas las palabras
y crecieron sobre ella raíces torcidas.
Le ciega la luz
y le duele el sol líquido
que se desborda de los pechos ajenos.
Es un monstruo disfrazado de persona
pero se le escapa la verdad
por las comisuras de la boca.
Flaquea el valor
se tambalea la ficción
y se derrama de las costuras
la carne herida que trataba de ocultar.
Hay heridas que no sanan
ni cierran ni cicatrizan
ni se vuelven más blancas
se quedan abiertas para que escape
por sus ventanas
el llanto del monstruo que se arrastra.
Hay un monstruo que duerme
hasta que le despierta el clamor de la batalla,
la luz de la mañana
los destellos de la magia
y entonces se despierta y duele
se revuelve
se arrastra
se le hace pequeña esta jaula y se rebela
se desvela
vuelve
a herir
a abrir heridas
a jurar que no habrá calma
esta madrugada.
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