sábado, 12 de diciembre de 2009

Festín de cuervos.


Hoy me doy cuenta de que mi vida es una sucesión de días.
Es una de esas películas que se ven desde fuera, de esas en las que, lo más interesante, son los anuncios.
Soy consciente de ser el letargo del recuerdo. De sentir cuando no he olvidado que debo de sentir.
Recordar evocar el miedo, la alegría, el sueño, el hambre, el amor.
Porque olvido tomarme las pastillas, y olvido hacerme las preguntas.
Por eso no siento.

Y soy feliz cuando me acuerdo.
Y echo de menos cuando recuerdo.
Puedo no hacerlo.

Para mí, el sentir es un juego. Es la elección de saber y pensar aquello que me haga llorar o reír.
Y entonces, ¿por qué no es fácil abrir y cerrar el grifo?
De los deseos del pasado me queda el desierto de arena en el que recreo mis sueños.
Realidad virtual.
Oasis oníricos. Cristales bajo la arena.

Aún no controlo el pensamiento desbocado.
El resto de alientos sé reprimirlos. No si soy yo la que calla.

No, no quiero existir.
No quiero más día tras día, más estudiar, más sentir, pensar, soñar, luchar.
No le veo sentido a sufrir, ni a reír. No le veo más sentido a la existencia que el éxtasis del orgasmo de la creación. Ni el pecado, original o copypasteado, me sugiere la emoción.
De momento me entretengo esperando quien descomponga mi teoría y se alimente de mi cadáver.
Festín de cuervos, como no.


Aprender, de una vez por todas, que lo que no ha de ser, no ha de ser.

1 comentario:

inmensosvacios dijo...

Tu forma de escribir, o mejor dicho lo que expresas o lo que yo percibo que quieres expresar me recuerda a alguien pasado, demasiado importante en mi vida... me pasaba horas intentado apartar esa idea de no existir i demás de su cabeza...


Nunca lo conseguí.