martes, 15 de junio de 2010

Don't be scared



¿Si tenía ganas de enamorarme? Por supuesto. Y de tener una historia de esas de final feliz. De que me hiciesen daño a mí por una vez... Pero cada vez que mi imagen cruzaba un espejo me veía ahí, tan quieta, tan lánguida que nadie hubiese podido imaginar lo mortal que llegaba a resultar de proponérmelo.
Pero mi vida se resumía a esta silla en la que, recogiendo las piernas, jugaba a balancear las lágrimas, alante y atrás, sin dejar que se derramasen. Y pensaba que nada más me proporcionaría el nulo y placentero sentimiento del vacío: ésa era mi vida, apoyar una mejilla en la rodilla y pensar que jamás me levantaría. No tenía ni motivos, y si los tenía, no recordaba haberlos guardado en ningún cajón.

Sí, a mí también me huían las ganas de ser o no ser, pensar, soñar. Me huía el sentido y la orientación, y los besos se marchitaban sobre mis labios, sólo de imaginar.
Me preguntaba a menudo si todo el mundo tendría el pecho tan lleno de cosas malas como yo, y dónde estarían mis buenos sentimientos.
Podían decir que traía conmigo desgracia u oscuridad, quizás sólo decían: ¿estás bien?¿qué te pasa? Y cómo explicarles esta enfermedad, que añoro cada aliento exhalado, que sigo locamente enamorada de los labios besados, que ando hacia atrás y no es que esté loca, es que quiero deshacer el camino para fundirme en otro mundo, otra época; ésa sobre la que tanto leo, porque me encantan las fiebres de la luz, y los sentimientos indudables, incorruptibles.
Nada que ver con mi cadáver hinchado, con mi piel cada vez más macilenta y menos nívea.

Me recojo a trocitos del suelo. Me vuelvo ceniza con el sol. Y las pesadillas se tornan realidad.
¿Me preguntas si tengo miedo? Mucho, muchísimo, estoy aterrada, tanto que ni me muevo ni hablo. Tanto que sólo sé esconderme bajo las mantas, con una mejilla apoyada en la rodilla.

2 comentarios:

Wind dijo...

Las mantas son malas consejeras, siempre caemos en ella, y solo conseguimos el calor que nosotros mismos podemos proporcionarnos.

Las historias que tienen un final feliz, son las que mas tardan en llegar, o las que mas cuesta conseguir, la balanza ha de mantenerse.

Lo mas fácil de ellas es sentir, o se siente o no se siente, lo mas difícil es actuar, arriesgar, perder o ganar, valorar, creer, elegir, no sentarse a esperar.

.A dijo...

si.. tengo miedo de que te vuelvas a ir..