viernes, 19 de septiembre de 2008

Stardust

Fuerte, abrazame fuerte, para que no se nos quede pequeño el universo, para que no tenga sitio para mirar atrás y sentir el vértigo de no poder regresar jamás. Cógeme fuerte y recuérdame en ocho versos que somos hijos de las estrellas, polvo de galaxias y explosiones. Recuérdame de qué estamos hechos. Porque sólo así me sentiré con fuerza para ir más allá, para fingir que esta es la primera vez, para sentirme demasiado dichosa como para ser insignificante, para poder ver con esos ojos de nuevo.
Esos ojos. Los recuerdas? No, claro que no, nunca te hablé de ellos. 
Y tú nunca te fijaste en cómo miraban, cómo veían. Siendo capaces de encontrar magia en una farola que se apagaba a mi paso las noches malas, y tres que se encendían otras noches. Las normales, que tras el incidente de la farola, siempre se tornaban buenas.

Fuerte, abrazame fuerte, pero hazlo antes de que te lo tenga que pedir. Dime que no me dejarás marchar, dime que somos estrellas que se encontrarán bajo el mismo cielo. Dime que tú me puedes conceder deseos, lánzame una mirada fugaz. 
Polvo de estrellas, mezclándose tu piel con la mía, mezclándose tu origen y el mío, temblando bajo el mismo cielo, estrellas abrazadas. 
Y lamernos la memoria, y borrarnos el barro de las mejillas, surcadas por lágrimas que no recordamos haber derramado. Buscar alguna constelación entre los mechones impares de tu pelo, soplarnos los minutos de encima de los hombros. 
Porque te quiero. 
Y, porque no hay nadie a quien decírselo y a pesar de todo estoy feliz.
Porque somos estrellas. Y polvo. Y sudor. Y saliva.
Porque somos polvo de estrellas. Porque somos.



























Hoy le dedico una palabra a un gran amigo, que sé que me la pagará con una sonrisa: pachanga. 

Feliz fin de semana a todas las estrellas.

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