jueves, 17 de diciembre de 2009

Rainbow scarf.



La vi, y desde el momento en el que sonrió a aquel chico tan popular en la clase (ya no recuerdo su nombre, nunca lo recordé) supe que debía ser mía.
Sé que suena típico. Lo es. Es aquello que se dice cuando se tiene diecisiete años y las expectativas del futuro son de un plazo de un mes, a lo sumo, si resulta haber alguna fiesta en ese tiempo.
Por lo guapa que era seguro que no fui el único que pensó que debía tenerla.
No contaré mi patética historia, ni el triste final del amor de mi vida. No merece la pena.
Éramos adolescentes, y nuestro cuento duró una eternidad, duró todo lo que duré de diecisiete años, de dieciocho, diecinueve, veinte... La verdad es que no sé cuando acabó. No importa.
A las siguientes, las que intentaron ser los amores de mi vida, las quise de verdad, pero nunca les hablé de ella. Porque, como me sucedió desde el día en que supe su nombre (ese que tanto me he esforzado en olvidar), una vez empezaba a hablar de ella, no podía parar.
Muchas dijeron que fui frío, que fui serio, que fui un hombre aislado en mí mismo, poco hablador... ¿Y qué querían que dijera? Que cada vez que veía una bufanda de colores recordaba su olor. Que cada vez que llovía podía sentir el tacto de su piel. Y que la playa me recordaba a su pelo.
No, realmente ya he olvidado todas esas cosas que uno jura recordar siempre... su voz, su risa, sus ojos... Son el recuerdo idealizado de todas y ninguna.
Y me queda el amor de un sentimiento que no ha existido sobre nadie. Y me quedan las palabras que juré a un rostro que ni siquiera puedo evocar. Juramentos de dolor que romperán el corazón y repararán muñecas rotas.
Siempre arrepintiéndome del mismo crimen.




Y no, no va por él.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigo amando a mi primer amor, cada mañana, cada noche, desde el centro y desde la piel. Recuerdo bien esa primera sonrisa que le vi dedicarle a otra, hace más de veinte años. Te entiendo. Pase cuanto pase, ese amor renace, me conquista y vuelve a hacerme llorar.

Valkyrie dijo...

Vaya... qué triste historia...

Yuki, Lord Nieve dijo...

siento tener que decir, gracias por esa acotacion ;) buen texto, princesa.

Anónimo dijo...

Nos confundimos en el aprendizaje de los sentimientos, quizás esa noche de verano que hablaba cierto escritor, es la mejor descripción de la locura que nos crea ser adictos al amor.

Sobre todo cuan terminas diciendo adios.

Besos. Ángel :_(