domingo, 31 de enero de 2010

Sin alas y sin luz, perdida en el laberinto

23.59
Enero (todavía)

Una de esas noches en las que piensas: Nunca voy a ser feliz.
Peor aún, nunca voy a hacer feliz.

Sin alas y sin luz perdida en el laberinto, buscando a gritos al minotauro, a ver si me habla de amor.

jueves, 28 de enero de 2010

Deseos de una vida.

"Si no viví más, fue por que no me dio tiempo."
Marqués de Sade

Lo encontré en el blog café&té.
Gracias.
Solo este es mi deseo para una vida. (o dos)

miércoles, 27 de enero de 2010

Me duele el mar.


Soy un pirata, de esos condenados al exilio central, más peninsular que insular.
Soy un pirata adicto a las insolaciones de la madera seca, expuesta al sol.
Soy un pirata y poso las manos curtidas a sangre y acero sobre las ásperas hebras del cabo de hilo trenzado. Mi aire, mi pelo, mi cielo, mi barco... huelen a sal, a mar y a viento acariciado por el sol.
Mi mundo es aquel que no tiene fin, donde acaba la tierra el abismo es mi mapa azul.
Azul allá a donde mire.
Escucho la brisa bailando en las velas, cortándose en el mástil.

Soy un pirata, de esos que en su barco no necesitan destino ni tesoros.
Y si me encuentro una sirena, le regalo mi estela de espuma.



martes, 26 de enero de 2010

Early morning.



Me encantan los amaneceres, por el sabor puro y gélido, aunque haga calor.
Por el sonido de las gotas de rocío y los colores grises, azules y rosas, dorados.
Me gusta porque implican noches en vela, y compañía o soledad.
Porque verlos significa prolongar el día anterior, y hacer de los días una sola vida.
La mia.
El blanco puro y la luz que deja.
Me gustan los amaneceres en la cama, despertar bajo un edredón blanco, y sentir en la piel amanecer el sol.

Sé que llevo una temporada ausente, de canciones y más canciones.

"Era pronto para todo
y tarde para cambiar
Aún me guardo algunas fotos
que no me atrevo a mirar..."


sábado, 23 de enero de 2010

Extremoduro es mío.

- ¿En qué piensas?
- En algo bonito.
- ¿Como qué?
(Tiempo de espera)
- Sueña con su melena y viene el viento y se la lleva
y desde entonces su cabeza solo quiere alzar el vuelo.



"A deshora sale un sol alumbrando una esquina, y alegrándome el día..."

martes, 19 de enero de 2010

Dust.



Desentierras la nariz de la bufanda y olfateas el cielo.
Huele a estrellas ardiendo.
Tus manos heladas suspiran en torno a los hilos del bolsillo.
La lana acaricia tu piel y respiras la luz ámbar de las farolas.
Te sientes como un insecto en su tumba de cristal, cálida.
Inspiras y expiras.
Sientes cada parte de tu cuerpo: tus pestañas, temblando; tus labios cortados por el viento.
Pasa un coche.
Comienza a caer a lluvia.

Das la vuelta y vuelves a casa.

lunes, 18 de enero de 2010

Promesas de verano.




Viene vestido de promesas de verano.
Su piel quema, es el fuego del dragón que ahora corre por sus venas.
Sonríe y al sonreír se le desborda la luz.
Y tras él deja su estela del perfume que, años después, cuando lo huelas, hará que se te encoja el corazón.

Le acaricias el pelo,
buceas en sus ojos hasta encontrar el tesoro que aún custodian sus sirenas.
Al emerger sientes el salitre en tus pestañas, en tus labios.

Viene cargado de flores submarinas,
saltan y dan volteretas sus palabras en tu memoria.
Se te agita la conciencia y comienzas a querer ser más mala que buena.
Castigados en el rincón contáis chistes de los malos,
riéndoos de las baldosas que se secan al sol.


viernes, 15 de enero de 2010

Star(k).

A veces siento que me extingo.
El frío del cielo oscuro me envuelve.
Es invierno; se acerca el invierno.
El gélido líquido de la noche se cuela dentro de mí.
Siento que me extingo, poco a poco.
Como una estrella titilante en la penumbra.

No me siento por dentro...

miércoles, 13 de enero de 2010

.


- Me siento sola...
- No te preocupes, se te pasará.


Anywhere, o cómo (mal)gastar el tiempo...




"A lo mejor deberías dejar todas esas intenciones y volver a lo que tenías. O conservar lo poco que te queda."

Si hubiese encontrado un poco de dignidad la luciría con su mejor sonrisa fingida.
Pero no, sólo le quedaban promesas de una vida y recuerdos hechos jirones.
En mitad de un cruce que no lleva a ningún sitio.




Cómprate una vida.
Búscate unos amigos.
Y deja de tocar los huevos.

Si no te hubieses inmolado, a lo mejor te quedaba algo...

martes, 12 de enero de 2010

Waiting for the phone.


Enciendes el teléfono.
Lo apagas.

Vuelves a encenderlo tras cinco minutos de fuerza de voluntad.
Miras la pantalla.
La miras.
La miras.

Apagas el teléfono.
Lo enciendes.

La pantalla no se ilumina sobre la mesa.
Te has jurado no mirarlo otra vez.
Que no parezca que le echas de menos cuando él no está.

Al final vuelves a comprobar que eres débil,
y que él está donde debe: viviendo su vida.
Te vas a dormir haciéndote la enfadada (no sabes muy bien con quién); pero volverás a comprobar el teléfono tres veces más antes de quedarte dormida...

lunes, 11 de enero de 2010

Photo.



- Estate quieto, vamos a sacarnos una foto.
- No, ¿para qué? No me gustan las fotos.
- Jo... quiero una foto contigo...
- Tenemos muchas fotos juntos.
- No es verdad... ninguna que diga cuánto nos queremos.
- ¿Ahora las fotos hablan también?

Cuando accedió a sacarse la foto ella le dio un beso.
Ahora tienen un álbum entero lleno de fotos.


domingo, 10 de enero de 2010

He loves you.


Lo sientes dentro de ti.
No es un sentido metafórico, y tampoco te refieres al ámbito sexual.
Simplemente lo sientes dentro, en tu cabeza, en tu pecho, en tu sonrisa.
Cuando te duchas puedes notar en el agua aún su sabor, a medio camino entre un abrazo y una caricia.
En la lluvia que te empapa el pelo, la ropa, puedes reconocer sus manos; diciéndote que estás loca, siendo arrastrado hacia el ojo del huracán, que nunca fue de un castaño tan profundo.


Cuando duermes su recuerdo te abraza por detrás, late su corazón en el hueco de tu almohada, y sientes ese maldito nudo en la garganta al despertar, con el sol ya bien alto (si es que sale este domingo), sola.
Y pasas las horas tirada en la cama, esperando verlo aparecer, pidiendo disculpas, inventando alguna excusa por su retraso. Quiere acariciarte el pelo hasta que te quedes dormida, y piensas en qué empleará su tiempo cuando quede inmovilizado bajo tu peso; y tu sueñas que despiertas a su lado.

Piensas en la cara que pondrá cuando lea esto, quizás le haga sonreír.
Y te lo imaginas como un bobo delante de la pantalla, con la sonrisa bailando entre los labios, en silencio, en la oscuridad.
Todo porque aún no le has dicho que te hacen ilusión sus llamadas, que te gusta sorprenderte con su voz, y pensar que formas parte de otra vida (la que si que si es la tuya) a cientos de kilómetros de distancia.

Se ilumina la pantalla. Piensa en ti.
Le sientes dentro, y lees cómo intenta regalarte todo lo que es.

Sonríes, sonríes, sonríes.
Escuchas su voz y te sientes cerca, más cerca. Tan cerca que puedas sentirlo dentro; cómo mueve los engranajes de tus miradas, cómo tensa tus labios con un beso suave, susurra tu nombre del corazón hacia fuera, para que retumben los ecos de nuestras hazañas en cada pliegue de la piel.

viernes, 8 de enero de 2010

Learn to live



Mira que te lo tengo dicho, que no cantes en la mesa.
Mira que te advertí que dejases de pedirles deseos a las estrellas.
Que te aconsejé más pragmatismo, más sinceridad y menos señorita Nothomb, Stark, Baroja.
Cuándo aprenderás a dejar de caer, o a no llorar si te sangran las rodillas.
A no rascarte cuando sanen las heridas.
Que luego dejan cicatriz.

Es trampa comer solo golosinas.
Mira que te avisé de que, si eres tú la que te vas, te quedas sola. Y siempre se enfadan los demás.
Sabes tú, tanto como yo, que esta música debería estar prohibida.
Para ti y para mí.

Mientras él se va, pensando que me he ido, me preguntó qué estaré pensando yo.
Se ha tirado en la cama, mira al techo. O se siente culpable o me odia. Una de dos. Las dos.

Y mira que te tengo dicho que no te muerdas los labios, ni la mano que te da de comer, ni la que te acaricia por las noches.
No insultes a las mariquitas que pasan sin mirarte.
Agradece los regalos, los amigos.

Ellos hacen lo que pueden.

Tú dijiste, el dijo, yo dije.
Siempre señalando culpables, y nunca víctimas de los labios de fresa de mi botella.

En el momento en el que te enseñé cuánto debías aprender, comenzaste a olvidar.
Y haces bien, que es lo mejor (para todos).
Vuelve cuando hayas aprendido.


jueves, 7 de enero de 2010

Anocheceres en Vitoria.


Desenredo con los dedos temblorosos el nudo de mi estómago.
Revolotea tu sonrisa en mis labios.
Cómo no querer ser mejor, cómo no querer ser más, si la distancia siempre está lejos, y la luz nunca está cuando la necesitamos.
Él es de esos tipos que te hacen reconciliarte con el teléfono móvil, con las duchas nocturnas y las canciones enterradas.
De ésos pos los que sacas fotos a cada piedra del camino, por los que no duermes, por los que el cielo siempre es más bonito y nunca tan azul, y "ojalá estuvieras aquí para verlo".
Me sobran los días y me faltan los viajes.

Idas y venidas.
Esto no tiene ni nombre (ni ná)

Atrévete a decirme que no te da rabia perderte estos anocheceres, en Vitoria.


miércoles, 6 de enero de 2010

B.a.r



Le había cogido gusto a aquel bar, quizás por la propicia pose acechadora: inclinado hacia delante, medio destartalado y con las cañerías corvas, como si se tratase de la retorcida columna vertebral de un felino a punto de lanzarse a por su presa. Quizás por su localización: al final de un callejón que no ofrecía más que humedad y basura.

Ahí dentro, en la penumbra, imaginaba que luces tenues alumbraban su vaso lleno de telarañas.
Se divertía recreando la pose siniestra del encargado del local, mirándola con sus ojos de hielo y su media sonrisa que dejaba vislumbrar en parte su afecto y en parte las ciertas ganas de violarla y descuartizarla.
También podía incluso arrancar las mudas notas del piano sin patas que yacía en el centro, derrumbado en el suelo. De todos los fósiles y momias del lugar, aquel piano era su cadáver favorito.

En su mente, al tugurio sólo accedían las cinco mismas personas; descontándola a ella y al dueño eran: una bonita chica, de tez pálida y enormes ojos oscuros, un bohemio alcohólico y esquizofrénico, o quizás lo primero antes que lo segundo, y, por último, un mendigo harapiento junto con su perro famélico.

De la muchacha, lo poco que sabía era que se trataba de la prometida del hermano del dueño del bar; el resto eran conjeturas, no obstante una de las versiones con más acogida era la de que, tras el supuesto asesinato del novio cometido por su propio hermano, por algún asunto económico, ella había quedado, como en una especie de maldición, prendada de aquel que arruinó su luminoso futuro.
El bohemio alcohólico cada vez se presentaba a sí mismo con una historia diferente, así pues lo mismo podía ser un poeta, que un Don Juan destinado al exilio, que un revolucionario y un estudiante de psicología fracasado al descubrir las miserias de la mente humana. Fuera de sus muchas mentiras o verdades, nadie sabía nada de él, ni siquiera se atrevían a inventar, por miedo a ser tachados de plagiadores.
Y el mendigo... el mendigo fingía ser mudo o desconocer el idioma. El pobre diablo ni siquiera recordaba las mañanas que amanecía con el alcohol aún en los labios que en sus borracheras hablaba, y más que ninguno. Él era el único cuya historia no varía dependiendo del licor o el color del cielo, según su lengua ebria había dejado atrás una mujer preciosa y embarazada de gemelos, por miedo a vivir atado a una vida que sabía que tarde o temprano acabaría arruinando.

A ella le conmovía especialmente la historia de este último, quizás por lo trágico de su decisión: ponerle fin a la felicidad, antes que tener que sufrir su pérdida.

Por lo demás, nunca hablaban.
Cada amanecer, cuando los trémulos rayos del alba se filtraban por las polvorientas ventanas, inundando la atmósfera de un dorado ondulante, ella misma se iba desvaneciendo, arrastrándose al exterior, donde toda la gente que existía silenciosa por la noche desaparecía.

Cuando la encontraron blanca como el mármol, con los labios violáceos y acurrucada junto a un piano en el centro del local abandonado, los dos oficiales de la policía no pudieron más que pensar que del cielo habían tirado, primero el piano, y luego a la joven.
Parecía que llevase allí encerrada toda la vida, dentro de una bola de cristal, donde la nieve se conservaba en aquel frío mortal que se colaba por cada rendija.

martes, 5 de enero de 2010

Lulú.



- ¿Sabe usted acaso lo que puede llegar a pensar una persona?
- Si compartimos una cultura y educación similar, sí.
- ¿Y qué estoy pensando yo?
- No puedo asegurarlo, pero, sé que no piensa usted en ideas que jamás ha concebido.
- Entonces no puede decirme qué estoy pensando.
- No, puedo saber cuales son los posibles pensamientos que su mente puede contener.
- ¿Y cuales son esos?
- Comencemos mejor por los que no está dispuesta a aceptar siquiera.
- Sorpréndame.
- El amor.
- ¿Sólo eso?
- Sí.
- Pues me voy.

[Qué sabrá él de mi amor, pensó]

lunes, 4 de enero de 2010

2010.



No hablo de ciclos que se cierran y se abren.
No hablo de años nuevos y noches viejas fornicando como si se acabase el mundo sobre la mesa del comedor, tirando de una patada las velas.
Ni siquiera hablo de las luces de navidad, y los regalos.

Esta vez no ha habido de eso.
Lo que me llevo es lluvia en mitad de la noche, en una azotea.
Me llevo charlas y charlas.
Una ducha, la primera.

Sevilla, el frío, la lluvia.
El tiempo, pasando rápido.

No me llevo una navidad, me llevo una alternativa a mi vida.
La puerta del jardín, entre cerrada y abierta.