En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera clavada al suelo, que sólo espera que regrese la vida. Roberto Iniesta ha escrito una novela hace poco tiempo. Se trata de un demencial viaje, pero no hacia la locura, como lo titula, sino hacia el encuentro de uno mismo. Un encuentro con la esencia, con las cenizas en que convertimos cuando nos dejamos de disfraces, de fastos, de maquillajes. Es en ese preciso instante, eso sí, rayano a la locura, cuando somos capaces de ver con claridad aquello que somos, aquello que buscamos. Dicen que solo sabiendo lo que buscamos, comprendemos lo que encontramos. Las cosas que se piensan son como los caminos por los que se pasa: si no has estado, no has estado.
4 comentarios:
Y mio ^__^ "Bebe rubia la cerveza pa' acordarse de su pelo(8)"
Tuyo todo :]
Quizás demasiado tiempo.
y la vi cruzar la calle , el pelo suelto al viento..
En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera clavada al suelo, que sólo espera que regrese la vida.
Roberto Iniesta ha escrito una novela hace poco tiempo. Se trata de un demencial viaje, pero no hacia la locura, como lo titula, sino hacia el encuentro de uno mismo. Un encuentro con la esencia, con las cenizas en que convertimos cuando nos dejamos de disfraces, de fastos, de maquillajes. Es en ese preciso instante, eso sí, rayano a la locura, cuando somos capaces de ver con claridad aquello que somos, aquello que buscamos. Dicen que solo sabiendo lo que buscamos, comprendemos lo que encontramos.
Las cosas que se piensan son como los caminos por los que se pasa: si no has estado, no has estado.
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