domingo, 17 de octubre de 2010

Sendas madrugadas.


Te miro y bebo otro trago de este café tibio que hoy me dura más que otros días, como si fuera de casualidad.
Te estoy contando mi vida, saltándome esas partes que he cubierto con polvo de arena, con piedras y libros que ya me leí, cuyas historias empiezo a olvidar; si ganaba el malo o triunfaba el amor.
Rectifico cuando hablo de hombres, cuando hablo de mí.

Sobre todo te cuento historias del futuro.
Las tengo pensadas y construidas.
Y tú me miras con esa ternura y tristeza que dice: "oye, chica, eso duele cuando llega otro invierno y estás sola (cuando llegue)".
Y yo lo sé. Lo sé.

Pero siempre siento nuevo.
Tú hueles a nuevo. Como tus sábanas.
Te digo, hablando de él.

Sólo hablo de él, y si no lo hablo, lo pienso.
Ya ves. Así de tonta soy.
Hablo del futuro. Meses. Meses y meses. Nada de años, que me dan miedo. Que sean mejor sucesiones de estaciones. Calor y Frío. Tardes y noches. Sendas madrugadas.

Sendas madrugadas.
Apuro el café. Fuera, si no sale el sol, hará frío. Y quiero volver pronto a casa, llegar a aquí. Y no es por las manos heladas y la nariz roja.
Sendas madrugadas. Y ojalá fuesen una.


"¿Tú y yo qué?"
Y se me encogió el corazón.
Y era de madrugada.

2 comentarios:

Diario de nuestros pensamientos dijo...

me encanta la foto

Wind dijo...

Y se encoge de igual manera.

Me alegro un monton :)