jueves, 4 de septiembre de 2008

From Oz to Wonderland

De esos días en los que uno podría dormir durante años, con tal de no tener que enfrentar a la vida, cara a cara.
De esas tardes en las que se calla demasiado. Y las palabras se extienden por el cuerpo, como un cáncer que se instala en cada músculo sano.
Se extiende ante mí un mundo que no conozco, que me asusta, y me pregunto cómo estará la otra yo que se cambió conmigo en el espejo. Como Dorothy en su país de las maravillas y Alicia en Oz.
Intentando arrancarle los zapatos rojos a la reina de corazones, para volver a cansas, mientras Alicia viola cerraduras y quebranta puertas para descubrir que su reina ahora es mago y que la rosa de los vientos en realidad es un mapa de brujas.
Teniendo piedad con los corazones, amistad con los tréboles y odio con los rombos. 
De ésos días que culminan con una noche amarga, en la que el reloj de la liebre le indica a Dorothy que se le agota el tiempo, que pierde oportunidades y, que en el país de las maravillas, lucha por una causa perdida. Porque donde no hay, no hay.
Y de qué le sirve a Alicia en Oz inventar las palabras más bellas si no hay gato Cheesire al que engatusar?
Al final todo se resume en un dar, y prometer, con los ojos llenos de lágrimas, que está bien; que no importa si no recibimos.
Pintar las rosas de rojo. Para ocultar que ocultan el níveo blanco. Para ocultar.


FROM OZ TO WONDERLAND


- Es terrorífico, sabes que puedo hundirte con una palabra. Y que necesito cien para mantenerte a flote...

- Porque cuando pienso, lo hago en las cosas que tú tanto evitas pensar.

***

- Acaso sabes algo sobre los sentimientos de una baldosa?
- Pues ahora que lo mencionas no, siempre las piso sin preguntar.

Aburrimiento burgués. Esperando un día bueno.


1 comentario:

Pepet dijo...

por desgracia son demasiadas esas tardes en las que se calla demasiado, y no solo tardes...

como e dejado constancia en otro lugar, siempre es un placer leerte

un beso