martes, 7 de octubre de 2008

El primer Octubre

Al final resulta que el problema residía en los comandos de las pestañas.
Que no consistía en pedir nombres, sino sonrisas.
Al final resulta que hay hueco entre hombro y hombro para mi cabeza y todo su equipaje.
Que mis cuentos se revalorizan con el número de lecturas.

Porque Octubre siempre fue ese mes. En el que está permitido saltarse las normas. Y probar, un año más.
Porque comienza a levantarse el toque de queda de días buenos.
Y el blanco se disuelve en el cielo.
Porque mis manos se vuelven tibias y sonrío si encuentro tu olor.

Y la cama ahora se me queda pequeña.

Porque ahora mismo no me gustaría estar en ningún otro sitio.
No me gustaría vivir ninguna otra vida.

Y, de pronto, no siento que los domingos sean tan malos.
De pronto, no siento que si hace frío moriré congelada.




"Primero sacó la nariz de la bufanda y olfateó la lluvia.
Luego desperezó la lengua y probó el viento.
Después, abriéndose paso entre los bolsillos con los dedos, mordió la piedra"

- Matarías por mí?
- Depende... ¿a un judío?

*¿Qué me haces si te confieso lo inconfesable?
¿Y qué me das si te ataco por la espalda?
¿Qué si te reprocho incluso el amanecer, echándote en cara que nunca estás, y siempre sobras?
¿Qué me dices si te digo lo prohibido, para bien o para mal?
¿Qué, si me pongo de puntillas para darte un beso que ni siquiera tú sabes si quieres... o no?
¿Qué piensas si anuncio que me marcho, sin un adiós?*

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo la vi^^
domi

Anónimo dijo...

:)

Guu!

^^

te keroooooo
Dada