Por quinta vez en media hora burlé al sueño y me encontré, desorientada, en aquella habitación de hotel, mirando al techo, como esperando ver una de esas cuatro estrellas que anunciaban en la entrada, en recepción e incluso en las toallas.
Nada.
Pensé en ti y, por quinta -o sexta- vez en treinta minutos, te eché de menos. Pero esta vez no miré el móvil para comprobar que no me llevaría hasta ti.
Di una vuelta, y otra, y otra.
Estiré las pestañas y conté las veces que respiraba mientras me acordaba de ti.
Perdí la cuenta, o tal vez me olvidé de respirar.
Por octava vez en una hora desperté en la misma cama, con el mismo pensamiento y tu mismo olor clavado en la punta de los dedos de los pies.
Pero esta vez te escuché levantarte con un fuerte suspiro.
Escuché tu piel despegándose de las sábanas. Y el mechero encendiendo un cigarro, tal vez. A miles de kilómetros de mí te sentí tocar el frío cristal, mirar el móvil -ver cómo no-se-iluminaba- y volver a acostarte, echándome de menos.
Entonces cerré los ojos, tranquila, triste y abrazada a mi quimera, que habia venido a arroparme, por... no-sé-cuánta vez en lo que llevaba de vida.
Y entonces supe que te dormiste pensando en mí.
Bueno... saber es un verbo muy radical... digamos que eso es lo que creo, y más te vale no desmentirme.
1 comentario:
Me encanta la canción , es preciosa tanto la melodía como la letra.
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