viernes, 23 de julio de 2010

El perfume


Quizás fruto de la inseguridad personal en la que me hallo, quizá con la euforia de las estrellas, con la crueldad distante y gélida de las divas... No me siento capaz de amar.

***

Uno de los primeros libros que leí fue El Perfume. De él recuerdo perfectamente cómo el protagonista era incapaz de amar nada y nadie era capaz de amarlo a él. Así, con el objetivo de obtener el amor de todos Jean Baptiste Grenouille busca desesperadamente un aroma que despierte en los que lo rodean el amor, la atracción y el deseo.
[Seguro que mucha gente no entiende o no disfruta con el tono técnico de esta entrada; pero como es mi blog y escribo las basuras que quiero, continúo.
Ahora os destriparé el final del libro, si tenéis intención de leerlo y no os gusta que os cuenten el desenlace, empezad a leer rápido la novela, antes de que caduque esta publicación.]
Cuando el perfumista por fin se hace con dicho aroma, descubre que, con una gota apenas, despierta la pasión de cientos de personas; sin embargo se percata de algo horrible: no siente más sentimiento que la repulsión. Sí, es amado, pero de nada le sirve ese sentimiento, si él no corresponde a quienes enloquecen por él.
Abreviando, diré que al final, mediante su propia creación, se suicida, haciendo que en un arranque de amor exacerbado lo devoren.

***

Esta noche he sacado dos conclusiones: La primera es que a veces el propio objetivo es el camino, y no el destino. Pero, algún día hemos de toparnos con los muros del cielo, ¿y entonces qué?
La segunda conclusión es que de nada sirve ser amado si no somos capaces de corresponder más que con una sonrisa, un polvo o un beso. Lo-mismo-da.

Tanto los que me han gustado como los que no han acabado de la misma manera: en el rincón de aquellos que hacen que sienta pánico de las normas y límites. No es que quiera ser libre, es que el hecho de no poder serlo me da claustrofobia.
Y es que sólo hay una manera de captar mi interés, y ésa es dándome la espalda; en ese instante yo, sintiendo mi ego precipitarse contra el suelo, profiero un grito de auxilio, ofrezco una recompensa que no estoy dispuesta a pagar, para mantener en la cuerda floja la elaboración del perfume perfecto.
Me gusta que la gente se interese por mí, me hace sentir especial, guapa, buena... Pero no puedo evitar sentir dolor al saber que sólo causo sufrimiento por querer jugar a ser una calientapollas.

(Otros dirían puta, yo les corrijo, es "hija de puta")

6 comentarios:

Ferran Vega dijo...

Chica, compórtate con un poco más de naturalidad y no busques tanta safiscacción en la atención que puedan ofrecerte lo demás (suele ser efímera e insustancial).

"Me hace sentir especial, guapa, buena". Quizá sean cosas de la edad, porque diría que todo el mundo es especial, y guapo, y hasta bueno.

Espero que no te haya ofendido mi comentario. Por cierto, grandísimo libro.

.A dijo...

yo intento buscar su perfume en cada esquina..

prometeo dijo...

Jean Baptiste amaba lo que hacia. Como tú dices, amó el camino, pero odió su destino por ser el fin. Caminemos.

Dilealarabia dijo...

A mi no me causas sufrimiento :)

Al respecto del camino, a mi me gusta viajar por eso. El camino. Y los mejores viajes los recuerdo por la gente que encontré y que me acompañaron en el camino, más que por la decepción o satisfacción que me causara el destino.

Aunque en Vitoria tuve las dos cosas, y por eso quizás lo guarde en ese rincón especial de mi corazón.


Repito, yo respiro para que tú te enteres de que eres especial, guapa y buena. Y no me causas sufrimiento. Lo demás, me importa muchísimo menos que tú.

Anónimo dijo...

¿Y quién se supone que es tu madre?

Anónimo dijo...

una hija de puta con clase

cachorrilla :*