miércoles, 14 de julio de 2010

Hypnose

A veces se hace duro tener que salvar a las personas que tú mismo ahogas.
Entonces es cuando más cerca del Dios Creador me siento... ¡Qué bonito es dar la vida! Y cuánto cuesta mantenerla.
Cuando el cachorrito adorable que no ocupaba más que la palma de nuestra mano crece, comienza a ladrar con fuerza; no, ladrar no, aullar.
Entonces se vuelve cansada la labor de educar y educarse a uno mismo.
Y acabo con la cabeza llena de notas mentales; pero me gustan tanto los lobos cuando aún no conocen a la luna...


La llamaba princesa.
Y no sólo eso, la miraba con aquellos ojos fuertes, cálidos, y hacía que a ella le temblasen las piernas.
Desde que ella tenía memoria jamás se había sentido mal con él. Ni siquiera cuando vio como se iba con otras. Ni siquiera cuando no aparecía durante meses y meses.
La llamaba princesa, y decía que le hipnotizaban sus ojos.



1 comentario:

.A dijo...

yo tambien tengo una princesa..