jueves, 30 de septiembre de 2010

Still Alive



Uno no vive en la ciudad en la que reside. No vive en un piso, un apartamento o un portal con su numerito de bronce perfectamente alzado sobre nuestras cabezas.
Tu vida no es un lugar concreto.
La vida está en un trayecto al trabajo que recorremos cada día, en personas y costumbres.
El problema es que no nos damos cuenta de que nuestra vida es un sofá, o un café, o unas escaleras de Correos; una pizza los viernes, hablar todas las noches con la misma persona...
No vives un marido o unos padres o unos hijos o un perro.
Vives un abrazo o un desdén, acostarte a kilómetros en una misma cama de matrimonio, sexo, disculpas, despedidas, decepciones, logros, caricias.
Y no, no tienes un empleo, tienes un montón de lápices (algunos con punta, otros esperando el turno de esa máquina que hay anclada a la mesa y tan punzantes los deja), tienes una pantalla vieja de ordenador, unos zapatos de tacón que te matan, unos recipientes de cristal, un delantal, unos guantes.
Por supuesto, no, no caminas, haces ecos en el suelo. Porque caminar es como si diese igual hacerlo sobre madera o moqueta. Y no, tu pisas madera, y linóleo, pisas tierra.

Porque uno vive sin darse cuenta. Y se da cuenta de todas las cosas muertas.
Vives en un cementerio de aciertos, en un campo de equívocos.
Como andar en sentido contrario. Como cruzar la calle con los ojos tapados.

Porque uno esta vivo en todo aquello que, precisamente, nunca ve.


- ¿Esas flores que sobreviven al invierno, aunque sólo sea durante unos días? Pues esas flores saben que vivir no consiste en respirar, alimentarse y reproducirse. Ni en llevar traje y ganar dinero. Ni en besar o amar. Ni en llorar y gritar.
Consiste en tu imagen en el espejo y hacer escapadas al cine.
En la cara del que es amado, y no puede evitar amar(te).
En el sabor de las lágrimas y esa sensación áspera y pesada en la garganta.
- ¿Por eso sobreviven un poco más?
- No, lo hacen porque el destino es cruel.

Por unos días tan bonitos...


Cuanto más tienes, más echas de menos.
Esta mañana, cuando sobre el cielo los trémulos dedos del sol se empezaban a dibujar, he mirado el calendario. Mañana es Octubre ya. Lo he dicho intentando sonar valiente. Estaba muerta de miedo.
Como cada Octubre.
Y he llegado a casa hoy, con las manos frías y una madrugada de invierno. No estabas.
No había nadie.
Esperaba disculparme por llegar tan tarde. Manos cálidas o un beso.
Porque cuanto más has tenido, más echas de menos.


Tempura y arroz para cenar.
Calcetines de colores.

Por unos días tan bonitos...

domingo, 26 de septiembre de 2010

Desva(-ríos/-lidos/-necidos)


Que vale, que sí.
Todo me dura tan poco...
Las sensaciones se evaporan en el aire, en minúsculas partículas de vaho que forman una nube blanca, limpia y pesada.

El vello erizado dura apenas diez segundos, lo suficiente como para que repare en él, y acto seguido sonría por el objeto que lo provoca.
He escuchado la letra de una canción.
He acabado un capítulo.
Chupito, de tequila.
Por dios, esto está malísimo. Otro.
Intento recordar: Debes escuchar esta canción cuando vuelvas a casa.
Que va, no es lo mismo. Tú lo que quieres es vivir de cadenas de pequeños segundos de nubes de sensaciones.

Y es que salen mal los planes.
Y es que te desesperas, desanimas.
Y ni te importa más de los dieciocho segundos de rigor.

Es preocupante, estás tan curada que pareces enferma.
Otra vez, vello erizado.


El lunes voy a ir a hacerme algo, no sé qué, no se dónde, pero ya tengo excusa.
Que voy el lunes.
Que es actuar sin pensar. Habiendo pensado antes.
El momento, sino, te arrastra; como esas olas que nunca ves llegar.

Sé que sabes qué es esto. Porque tiene nombre ¿no?
Debería estar mal, no lo estoy, me preocupa. Creo que me mueve algún engranaje silencioso; quizás el otoño. Quizás es que huele a octubre.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Planes



De pronto te sientes tan estúpida que tienes ganas de llorar.
Tan, tan estúpida que piensas cómo has podido llegar hasta donde estás, creyendo posos de mentiras que dibujabas ante situaciones gélidas.
La boca, de forma antinatural, se te tuerce en un gesto denso, pesado, hacia abajo. Casi te cuesta hasta respirar. Cuando la mente se serena, como la arena que revuelta en el agua se va posando sobre el fondo, piensas con una falsa lucidez sobre todas las estupideces que has creído o sentido, te das cuenta de que, donde pensabas camino bajo tus pies, hay abismo.
Hablo de falsa lucidez porque es una iluminación nacida del odio, bien hacia uno mismo o bien hacia otros.
Piensas en cómo pudiste hacer tal o imaginar cual... piensas en lo equivocada que has estado, y te prometes no equivocarte más.

Frases trampas que obliguen a la promesa.
Esperas, esperas. Tienes planeado lo que sabes que pasará.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Perfect girl


- ¿Sabes?
- Sí.
- Ella era la chica perfecta para él, y no tú.
- Te he dicho que lo sabía, no hace falta que lo hagas real con palabras.
- Si lo sabes, empieza a creerlo.

Aún confiando en un mensaje de disculpa por un error jamás cometido.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Gotelé


Pasó la mano por el gotelé de la pared. La superficie sobresaliente en forma de diminutas gotas de pintura arañó suavemente la palma de su mano, y después el dorso, lamiendo su piel como una lengua áspera. El vaivén del colchón mecía su cuerpo haciendo que un mechón de pelo de los que le caía por la cara acariciase el óvalo que formaba su mandíbula.
Sabía que en aquel momento, viendo el énfasis y emoción de aquel desconocido que la abrazaba, no debería pensar en temas como la textura del gotelé de la habitación de un extraño.
Ella en su casa no tenía ese tipo de recubrimiento de pared, utilizado normalmente como método más económico de tapar las imperfecciones.
Recordó, sin embargo cómo cuando era pequeña, el pasillo de su domicilio familiar contaba con un gotelé tan áspero que, si por un casual tropezabas, acababas con codos y manos despellejados.
Entre sentir una mano acariciándole el cuello y unos labios besando sus pechos, pensó si la textura y pronunciación de las gotas de pintura tendrían algún significado concreto o sería simple resultado de diferentes manos expertas.
Si ella fuese gotelé, ¿cuál sería?

Miró hacia arriba. Aquel hombre tenía unos hombros fuertes, hermosos. Quizás los pasillos de la casa de su infancia fuesen lisos y pulidos, quizás su gotelé interior era suave como el de su dormitorio. Le hubiera gustado parar y mirarle a los ojos, intentando saber si eran verdes o azules entre tanta oscuridad. Encender la luz y hablar sobre paredes y muros.

En ese momento él cogió su mano; la que acariciaba la pared.
Seguro que su gotelé también ocultaba grietas como indicio del derrumbamiento que todos nuestros muros sufren alguna vez, pero sus manos eran fuertes, suaves, como el lamido de decenas de lágrimas de pintura. Como el gotelé suave que se desprendía un poco de la pared con cada golpe del cabecero de su cama.

martes, 21 de septiembre de 2010

Sink



¿Y si te digo que me hundo... por mi propio peso?


Ven a salvarme, te prometo que sé nadar sola, es que se me han enredado las promesas en los tobillos.
Y me hundo.

Te prometo que sé nadar sola.
Es sólo que quizás esté ocupada llenando el mar.

Aquí abajo ni se nota el frío, ni tengo ganas de llorar, ni me toca el sol.
Quedo suspendida hacia el abismo.
Quieta y en constante e inexorable descenso.

Todo te engulle.
Y estás tan cansada que cerrarías los ojos.
Pero es que aún quiero verte aparecer.

Me acojo a la regla XIV y VIII.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Ya no vuelvo a empezar, simplemente comienzo


"No te lo dije antes por no romper con la belleza del momento;
por miedo a que mi voz sonase trémula y estúpida.

Pero gracias.

Quería agradecerte esa sonrisa tan bonita,
como la de un niño.
Ésa que hace brillar los ojos tristes.
Me gusta, es cálida."


Decir: ¿Qué me has hecho? que no sales de mi cabeza.
Pintarse: las uñas de colores y sentirse niña (más).
Dormir abrazada a un teléfono, como si su ausencia nos impidiese respirar.
Pensar que has venido, y no acostumbrarte a que mañana es tu último día de vacaciones y que ahora los billetes son de-visita y no de-vuelta.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Cold feet


Tengo los pies fríos, hoy es el día perfecto para marcharse,
empezar.
Por primera vez en mucho tiempo siento que podría ganar algo...
como un concurso. No arriesgaré, no se me vaya a esfumar la sensación de triunfo.

Sé que no es invierno, pero el otoño es estación secreta.
Así que Winter is coming.
Lo noto en las manos, gélidas.
Lo echaba de menos.

Éstos dos gritan en la habitación de al lado. Nunca he hecho referencia a ellos, ahora me doy cuenta. Gritan y se ríen. Me han hecho sonreír.
Los siento como las vacaciones de una vida, como las pequeñas cosas que otros tienen siempre, y tú apenas rozas con los dedos. No es que quiera algo así, es que echaré de menos que griten y se rían. Un poco esta vida.

Con erre de blanco


Hoy me apetecía desvestirme de blanco.

viernes, 17 de septiembre de 2010

EarlyMorning



- ¿Y a qué te dedicas las noches que no duermes entre mis brazos?
- Leo.
- ¿Lees?¿Qué lees?
- Leo historias que no me recuerden que no creo en esas tonterías del amor.
- Tienes razón; mira, ya es Septiembre: para ti ha empezado oficialmente el Otoño.
- Sí, precioso ¿verdad?
- Nunca me ha gustado demasiado tu literatura de bolsillo...
- Ni a mi esperarte hasta que me venza el sueño.

Las mañanas y yo tenemos una mezcla de amor-odio que me hace sonreír cuando lo pienso. Me gusta mirarlas y quejarme, desde la cama; sentirme apurada cuando pasan volando y apremiarla para que abandone mi habitación.
Exactamente igual que el invierno, pero el invierno tiene la nieve.


Me quiero hacer un tatuaje.
¿No te parece que te estás pasando?
Por supuesto que sí, ¿a que es estupendo?

lunes, 13 de septiembre de 2010

Hasta el corazón




"Hoy te la meto hasta el mismo corazón,
sólo con que digas "calor"."













Me encanta esa forma de combinar sexo obsceno y toques preciosos en una misma frase que tiene extremoduro.
Que sí, todo eso de la música mala, pero se me encharca el alma cuando comprendo el verso.

Estaba enfadada, y era sólo conmigo.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Síndrome de Peter Pan




En el fondo todos los somos.
Y en el fondo, todos queremos decir esas promesas que se nos escapan sin querer.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Tienes miedo (de la noche)


Me voy a dormir, porque hoy me he puesto triste hablando de viajes y distancias.
Porque quería quejarme del corazón con alguien.
Y este tema se me escapa.
Se me olvida.

Acostúmbrate a estar sola, no vayas a sentirte a oscuras en la distancia.

- Tienes miedo.
- Pues claro.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Must be dreaming



Sentadita, que estás más guapa.
Calla, no vallas a decir lo que piensas, y esto acabe mal.
Todo se hace esperar, lo bueno y lo malo. Y, en la espera, imaginamos (no siempre para bien, no siempre para mal).
Quieta, que no se note tu rabia, que no se note que estás lejos, que quieres gritar.

Aprietas un poco el puño, hasta que te duelan los nudillos.
Quieres una confesión de amor, ahora, ya.
Y un desalmado.

Sientes el frío en la espalda.
Imaginas compañía en la cama.
Coges tu propia mano.
Cojeas. Tropiezas. Te enredas en las sabanas.
Tienes frío y necesitas quitarte la ropa, te agobias.
Te ahogas.
En tu propia voz (que, cómo no, nunca te ha gustado).

Tírate en la cama. Salta.
Hasta que recuerdes dónde estás, quién eres, qué haces aquí.
No llores, ni se te ocurra llorar. Ya has hecho demasiado.
Al revés.

¿Sabes de lo que hablo?
Pues explícamelo.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Need.


Necesito.

necesitar.

(Del lat. necessĭtas, -ātis).

1. tr. Obligar a ejecutar algo.

2. intr. Tener precisión o necesidad de alguien o algo.

necesidad.

(Del lat. necessĭtas, -ātis).

1. f. Impulso irresistible que hace que las causas obren infaliblemente en cierto sentido.

2. f. Aquello a lo cual es imposible sustraerse, faltar o resistir.

3. f. Carencia de las cosas que son menester para la conservación de la vida.




Siempre me he quejado de que no soy bien recibida en esta ciudad.
Hoy, con el pelo despeinado, cara de pocos amigos y arrastrando una maleta tan grande como yo, un chico ha sonreído y ha dicho: "Olé, que pelo rosa más lindo".
He seguido para mis adentros, me ha sonreído el día.
Y luego... anochece.

martes, 7 de septiembre de 2010

Especias.


Dime, ¿de qué están hechas las personas?¿qué nos hace especiales?

lunes, 6 de septiembre de 2010

Colgar los hábitos



Tirar piedras contra tu ventana.
Cantar, hacia dentro, hacia el corazón, ésa canción.
Y sentirse especial.

Decir que yo no amo, que soy dura, de alabastro (las alas).
Morderme la lengua porque se me escapen (al aire, como pompas de jabón, trémulas) los "te quieros".
Y tener un billete y dudar entre dejar escapar el tren o coger la seguridad de un destino de venta anticipada en ventanilla.

Dos maletas a medio (des)hacer.
Y las dos mías.

Tentativas de marchar sin avisar;
a ver quién me echa de menos.

Creer(te) y caer el mismo día.
Y es que la realidad no existe durante la madrugada.
Igual que no existe la gravedad bajo el agua, o el tiempo un domingo.

Debería colgar los hábitos (y costumbres)
con cientos de pinzas de colores.


Regla XXI
"Cumple todas tus promesas"

domingo, 5 de septiembre de 2010

Regla número XX
"Dame un nombre, dame una sonrisa perenne.
Pero que te salga del pecho, de donde nacen los deseos."

sábado, 4 de septiembre de 2010

Bitterness



Estaba resentida por cosas que no tenían ni nombre. Que no es que no supiese qué eran, es que no se podían decir; como los secretos de Primaria, los de los niños. Como los nenúfares, que salen a la luz, con el tiempo.
Eso me enfadaba aún más. De hecho era lo único que me enfadaba: no tener nombre, ni voz, ni voto. No ser ni siquiera una sombra fugitiva.
Sólo silencio, preguntas (trampa) sin respuesta.

Estaba resentida conmigo misma por dejar que me importasen tantas estupideces.
Tanto detalle sin importancia.
Por ser así de mala, de mal educada, de antipática.

Así jamás conseguiría emblema alguno, ni nombre, ni medalla.
(Me fui a dormir por no reír por no llorar)

viernes, 3 de septiembre de 2010

Las hormonas, supongo


De vez en cuando la miraba, y apartaba la mirada; como si hubiese visto algo horrible en ella. Como si esperase encontrar algo mejor que tanta inseguridad, inestabilidad, tanta idiotez vana y simple.
Y ahí estaba ella.
No es que fuese mala, es que, simplemente, no tenía nada bueno (mejor) que ofrecerle (ni a él ni a nadie).
Y ahí estaba ella, sintiéndose estúpida por ser (haber sido) feliz -todo eso de sonreír, sentir...-.
Estúpida por vender su literatura barata, su música cacofónica y su psicología de bolsillo.
No le preocupaba en absoluto su gusto nulo -desde música hueca hasta el tema de estropearse la cara-.
No, lo que le rompía la sonrisa era creer en la estupidez infantil de tener fe absoluta en sus héroes, dragones y princesas; sentir la necesidad de compartir sus sueños, ser tan estúpida, estar tan vacía, que no tener más a que agarrarse que un puñado de letras, cuatro ideas precocinadas y una belleza hedionda de espinas.

Últimamente le preocupaba no tener nada que ofrecer, nada lo suficientemente bueno.
Suficientemente bueno.

Cuando la ilusión se esfuma, quedo yo, temblorosa, débil, pálida, húmeda, sollozando idiota...


Será que me gustaba tanto que cualquier soplo de viento estropeaba la situación.
Será que tenía la lágrima fácil, y los estrógenos por los cielos.



Y siento como si todo fuese una farsa;

un de esas mentiras de-el-momento.

Que se sienten en latidos, y se van extinguiendo.

Que debo recordar,

que sangrar no es amar.

jueves, 2 de septiembre de 2010

La persona que soy



Pensaba dormir en cuanto llegase a casa, pero tengo las libélulas revueltas dentro de la cabeza, en el techo, alrededor.
Simplemente estoy tibia, cálida. La sonrisa trémula en la cara.
Cuando me vuelvo mejor por los demás. Me gusta esa persona.


Felicidades, Sei.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Un abrazo y un beso


Aquí también hace un día gris. Gris, precioso.
Estoy en el salón, con la luz fría colándose por la ventana, y el leve dorado de la lámpara del techo derramándose sobre mi cabeza.
He traído hasta aquí el edredón de mi cama. Y siento calidez en el pecho.
Un abrazo y un beso.


La verdad es que sólo quería decir eso. Que llevo pantalones y calcetines de colores.
Un abrazo y un beso.
(En este caso el orden de los factores sí altera el resultado)