Sentadita, que estás más guapa.
Calla, no vallas a decir lo que piensas, y esto acabe mal.
Todo se hace esperar, lo bueno y lo malo. Y, en la espera, imaginamos (no siempre para bien, no siempre para mal).
Quieta, que no se note tu rabia, que no se note que estás lejos, que quieres gritar.
Aprietas un poco el puño, hasta que te duelan los nudillos.
Quieres una confesión de amor, ahora, ya.
Y un desalmado.
Sientes el frío en la espalda.
Imaginas compañía en la cama.
Coges tu propia mano.
Cojeas. Tropiezas. Te enredas en las sabanas.
Tienes frío y necesitas quitarte la ropa, te agobias.
Te ahogas.
En tu propia voz (que, cómo no, nunca te ha gustado).
Tírate en la cama. Salta.
Hasta que recuerdes dónde estás, quién eres, qué haces aquí.
No llores, ni se te ocurra llorar. Ya has hecho demasiado.
Al revés.
¿Sabes de lo que hablo?
Pues explícamelo.
1 comentario:
es una sensacion extraña..
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