martes, 16 de noviembre de 2010

University time


El colchón, medio hundido, cede bajo nuestro peso. Hablamos de forma relajada, desgastando las horas como se van consumiendo las ascuas, lentamente, sin prisa.
Hemos gastado la mitad de los temas de conversación, pero no nos importa repetir siempre lo mismo, creo que nos gusta el sabor de nuestras anécdotas; el saber que nos acercan un poco más.
Después del sexo, tocan las drogas.
Y J. nos habla de lo malo que es realmente el alcohol, dice:
- De verdad, yo es que prefiero colocarme con un porro que emborracharme.
Niego con la cabeza inhalando el olor del humo que flota en el ambiente.
- No sé, depende del rollo que te traigas; quiero decir que, para salir de fiesta, yo prefiero a alguien borracho que fumando... No sé, la maría hace como que estés ausente; más bien lejos.
Ahora es J. el que asiente, con su cigarro a medio consumir entre los dedos. Y ríe.
- Sí, yo una vez conseguí deshacerme así de una chica. Yo me había fumado un porro de marihuana entero y no hacía más que reírme, y ella preguntaba "¿Y esto te va a durar mucho?". Al final se fue.
Nos reímos.
El colchón que hace de sofá se hunde más y más. Fuera hace un frío de esos de diciembre de nochebuena.
Y pienso que la anécdota casi puedo hasta palparla.

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