Hablábamos los dos. Y puede que de ti.
Porque en mi colchón puedo jugar a encontrarte,
aun sabiendo que hace mucho se perdió tu olor entre mi pelo,
enredado en la clavícula,
hecho un ovillo sobre el pecho.
Y si supieras las veces que te invoco...
Antes hubiese dicho que, si lo supieras, no me dejarías nunca.
Pero es que hoy me he hecho mayor,
que no madura, sólo vieja. Desgastada.
Así que diré que si lo supieras callarías, haciéndome sangrar en silencio,
para que no seas capaz de ver la herida
(curarme con tus manos).
Hoy era día de acogerse a la norma LVIII.
Y ya que puedo permitirme olvidar cosas (asuntos de la edad),
olvidaré qué dije.
Para descansar, con la la cabeza entre dos palabras (las que no me atrevo a decirte),
en el valle,
de los avasallados.
Regla número XXIII
"Por que no (te diré que) amo, porque me asusta amar(te)"
2 comentarios:
Ten valor :D
Si crees en relatos de dragones y princesas no quieres ni tener valor para ello.
Publicar un comentario