miércoles, 25 de diciembre de 2013

Motivos

"Tienes que dejar de hacerte daño; tienes que disfrutar y nada más", me decías.
Pero no era nunca tan fácil como parecía cuando lo hacías tú. Porque siempre estabas de pie, y cuando caías, te levantabas y seguías adelante. Quizás por esa forma de vivir de "no nos arrepentimos, no pedimos perdón", te golpeaba tan fuerte la vida, cuando te alcanzaba. Yo era más de "nos arrastramos por penitencia" y claro, jamás me daban un golpe fatal, de esos de por sorpresa; ya me iba golpeando yo, poco a poco, para ver si así me acostumbraba al dolor, que era de lo que creía que iba la vida.
Querías protegerme; supongo que al verme así sentías lo mismo que yo cuando te veía a él mal. Era como ver un muro quebrarse. No sé.
Solo que tus grietas asomaban poco, y nunca más que grietas, aunque yo supiese del humo y de las cenizas. Yo, sin embargo era todo alaridos y pelo en llamas, era un continuo de días en el que alternaba el estar feliz con el sentirme la persona que menos merecía en el mundo. Supongo que esa fue siempre mi forma de vivir, solo que antes no tenía nadie que me mirase.
Y nunca era tan fácil como parecía, porque entraba en un bucle de terror. Sé que puedo ser pesada, sé de mis miedos recurrentes, de mis lágrimas... y cuanto más pienso en lo que eso desgasta a cualquiera, más se agudiza toda mi mierda. Vivía con miedo de perder, con miedo de hacerlo mal. Y supongo que aún vivo de esa manera las veces en las que me suelto y me empieza a tragar el remolino. Pero tengo también tu voz, para traerme de vuelta. Y tus ojos, para ponerlos entre tú y el espejo y sus cristales. Y tengo algo por lo que luchar contra mis monstruos.




No hay comentarios: