domingo, 20 de abril de 2008

enojada con mis sueños


Podría hablar del mundo y contar de qué color se ven las cosas cuando llueve,
cuando asoma el sol,
y tras el arco iris.
Buscando el principio y el final de éste, para pedirle muy bajito nuestros secretos.
Y llorar si no se cumplen porque no fuimos bendecidos,
y creer en la magia si sucede aquello que alguna vez tuvimos la osadía de soñar; pues quien sueña no es sino osado.

y hablando de sueños, es curioso.
Creo que todos los sueños nacen de ideas imposibles, y por eso son buenos. Nos ayudan a luchar y a competir. Son la promesa de un futuro que no llegará y, como tenemos esa certeza, no sufrimos por ello, pues no esperamos que venga a consolarnos en las noches en las que no hay sol, ni lluvia, ni arco iris.
Sin embargo... existe lo llamado: el error. Esa estupidez, esa valentía que derrochamos al comenzar a creer.
Es entonces cuando esperamos que los sueños vengan en los atardeceres, y sequen nuestras lágrimas con el dorso de su mano.
Pero sabemos que no lo harán porque comenzaron siendo sueños: sueños que quisimos creer.
Y eso mata, poco a poco, por dentro... poco a poco... hasta atarnos en la línea que separa la realidad y la imaginación. A la espera de lo que sabemos que no vendrá... a la espera, porque siempre pensamos que, tal vez, justo cuando desistamos, llegue ese sueño... porque quisimos creer que llegaría algún día.
así que yo me fijo un objetivo, que es más fácil decirlo... yo... sólo tendré sueños imposibles, para así no volver a llorar por una mentira disfrazada de verdad. Una mentira que vimos en una fotografía y de la que todos hablan, y nadie sabe.

Quiero despedirme de mis sueños, pero tengo miedo de la posibilidad que creí atisbar en sus ojos, cuando buscaba el final, el final del arco iris.

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