- No has sido buena, esta noche no.
- ¿Mañana entonces?
- No, te haces mayor. Tienes que aprender a dormir sin cuentos.
El viento sopla y sopla. Embiste y baila hasta asustar. Me recuerda a la danza macabra de un tal Saint Saens. Se avecinan tiempos púrpuras, violáceos y añiles.
Escucho su rugido, me tiembla la fe, me tiembla el sentido (común, concreto, masculino, singular). Nada se agita en mi interior, y la piel se eriza y reposa. He aprendido a no distinguir entre el hielo y el fuego. Y sólo sé que ambos queman.
Podría hacer una canción con cada día de Febrero.
Podría dormir sola el resto de mi vida, y llorar.
El otro día volví a sentir las ganas de llorar, oh, querido diario, sonaba Enya, amanecía y yo perdí un autobús. Y sólo quería apoyar la cara sobre el frío asfalto.
Te falta esa chispa, esa que se oculta entre una mirada y tu sonrisa.
Te falta el resorte que ponga en marcha tu maquinaria de marioneta preciosa y te haga bailar de nuevo, con/como el viento.
Y ni llega la primavera ni te encierra en casa el invierno.
Vas a clases, vuelves, duermes, lees, hablas (lo menos). Hay días que hasta te ríes de verdad.
No es que te falte nada, es que se han roto las cuerdas que movían tus manos hacia el oro, la mirra y el incienso. Ése que huele a luz dorada.
¿Te acuerdas del veneno? Ése que te consumiría poco a poco, lentamente, con dulzura... Ése que juré que te intoxicaría y ataría tu vida a mi condena.
¿Te acuerdas del veneno? Y ahora te das cuenta de que mi advertencia era cierta, y su gélido sabor no era tanta seda como putadas de una.
Dime mientras mueres entre pensamientos y árboles de hojas rojizas, dime si beberías de mi veneno para seguir sufriendo.
Siempre supe que el antídoto era tan malo como la enfermedad.
Y no merece la pena probar la manzana si, sin saberlo, perderás tu paraíso de paz; como el incienso, dorado.
2 comentarios:
El amor es siempre el veneno por el cual todos deseamos beber así muramos o sufriésemos. Es un isntinto natural amar así no querramos tener hijos, ni familia, así seamos homosexuales, amar es un instinto natural para procrear.
Y todo por negar un cuento. Los cuentos no se pueden arrebatar, por mucho que crezcamos seguimos necesitándolos.
Yo me acuerdo de algún veneno.
Fantástico, como siempre (aunque haga tiempo que no coment).
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