- Cruzo el río sin pagar.
- Jeje, bonita, aquí todos pagan.
La niña contempló un instante las gélidas y oscuras aguas del Estigia.
Se volvió hacia Caronte y, sustrayendo de su boca la moneda de oro, pagó el peaje como todos.
No era Heracles, no era Orfeo. E incluso las niñas bonitas pagan dinero.
2 comentarios:
Me alegra que conozcas el lago donde se ahogan todos los fracasos, un abrazo.
Algo gracioso:
http://www.youtube.com/watch?v=xV7RHX2ZfOM
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