Y toda la noche en vela.
Quiero ver amanecer, la boca me sabe a verano, a veranos largos; tanto que siento un nudo en la garganta.
Tengo ganas de vivir, muchas. De dejar el tiempo de calma y nadar en tempestades.
Quién me iba a decir que extremoduro me haría llorar un domingo tan temprano.
Acabarme un libro me ha dejado la sensación de estar flotando.
Y me siento aislada, romántica y bohemia, como cuando amanecen mañanas frías de un azul pálido sobre los tejados de un barrio antiguo, da igual dónde.
Quiero esa sensación, la echo de menos.
Domingos por la mañana, días fríos y bellos, calles de piedras irregulares.
No he tenido el valor de dormir, pensando en que perdería un tiempo tan hermoso.
Se me eriza la piel, pego la frente al cristal, veo amanecer.
2 comentarios:
Qué contagiante y bella sensación cuando dices "amanecen mañanas frías de un azul pálido sobre los tejados de un barrio antiguo" Me encanta salir a caminar por las mañanas muy temprano y beberme toda la frescura y sonora soledad de pasos de las calles aún vacías. Muy reconfortante tu entrada. Un abrazo.
"Jesus sigue siendo mi alegría"
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