domingo, 28 de febrero de 2010

Warrior

No importa tanto el juego como el tablero.
El guerrero abre los postigos de la ventana y se encarama a los desagües de piedra; desde ahí puede contemplar cómo todo el castillo duerme, y cómo duermen las aguas turbias del foso, y cómo duermen los caballos, las estrellas y los cuervos.
El cielo oscuro, extendiendo sus dedos de nubes, le parece, más que nunca, una enorme jaula.
Le pesa la cota de mallas; normalmente no la llevaría después de su turno, pero no había tenido ocasión de pasar por la sala de armas. Tampoco le importaba, sentía, en cierto modo, gratificante aquel peso que le recordaba que fue pastor de lobos y ahora era guerrero de asesinos.
Cuando mataba la euforia de la lucha apenas si podía cubrir en su cerebro el olor de la sangre y el crujido de los huesos al partiste. Pese a todo no echaba de menos ningún lugar en el que hubiese estado, si tenía otros sitios a los que acudir, igual que no añoraba a mujer alguna, si tenía otros senos cálidos en los que hundir el rostro. Aquel castillo no contaban con muchos senos, no obstante había unas cuantas criadas dispuestas a compartir con cualquier caballero o sirviente su lecho a cambio de no ser el objeto de los golpes y amenazas.
Al guerrero no le gustaba el olor a otros hombres en el pelo de las muchachas, pero había descubierto que, cuando se encontraba demasiado sólo, acudían a su mente recuerdos de unos ojos tan oscuros y resentidos que le formaban un extraño nudo en la garganta; y él tenía miedo de morir asfixiado.

2 comentarios:

El Drac dijo...

Asu, pues debió ser muuy malo, para que se le vengan recuerdos tan angustiantes, el sentimeinto de culpa en los relatos y en las novelas no suele jugar malas pasadas,.

Valkyrie dijo...

Debería usted aprender a ver con el tercer ojo, señor Drac.
;)
Hablo de ella. No de la culpa.
No hay culpables ni héroes, en la medida en la que no hay dioses ni mortales...