No he olvidado (ni olvidaré) aquel par de noches de verano del 2008, cuando Yuki me cogía por los hombros, y yo me derrumbaba, y buscando mirarme a los ojos bajo los aguaceros de mi alma, me decía:
- No mereces esto, no es justo para ti.
Recuerdo el sentimiento y el color de la calle. Y la idea que arraigó, la de que no lo merecía, y ahí estaba.
En el fondo el mundo no ha cambiado nada desde entonces. La vida sigue sin ser justa, y seguimos sin tener lo que nos merecemos... Pero siempre fue un consuelo tener a alguien que se pusiese de mi parte y, aunque doliese, formásemos una resistencia.
2 comentarios:
Mágicos años :)
y era cierto :)
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