lunes, 11 de noviembre de 2013

Rest

Se trataba de encontrar la paz,
de tener estas blancas mañanas de noviembre
y el frío de cuando aún no queremos
estar preparados para invierno
y sus distancias dolorosas.

Se trataba de enfadarse para reencontrarse,
de esas risas en horizontal,
de esos planes derrocados que se basaban en no hacer nada
más que la inercia de estar,
juntos.

Desde un primer momento no fue más que esto,
sin insignias ni medallas,
sin castigos ni cargas,
un día a día, como una pelea entre sábanas,
con besos en el cuello y tocar con los pies
el cielo.

Palabras en la pared, en los anillos, en la piel.
Palabras para intentar ponerle nombre a esto,
tan grande que lo engulle, nos engulle
y todo lo que devora lo hace pequeño.
Por eso parece que a veces se nos queda pequeño el pecho
para tanto latido.

Se trataba de encontrar el hogar,
el sitio en la persona que nos hace sentir
que de pronto algo importa, algo es suficiente
para seguir,
luchar.
El hogar, la paz, esa persona que nos da un motivo
para llevar dentro esa sensación, que quizá sea felicidad,
de tener un sitio donde descansar.





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