sábado, 2 de noviembre de 2013

Spades

Eres mi última carta, y no a la desesperada.
Sino mi carta de la suerte.
Mi mejor tirada;
con la que cerraré el juego,
que después de esta mano no quiero más partidas.

Hablamos de alcanzar el as de picas,
pero tu nombre es otro número,
y ni te imaginas
que siempre andas
dos escalones más arriba.

Tú no lo sabes,
pero yo ya armé un ejército de espadas,
hace años,
cuando no existía siquiera la sombra
de tus espaldas
y estaba yo sola
en un sueño coronada.

Y ahora, con cartas ausentes,
descubro que completé la baraja,
sin importar las faltas,
las carencias,
sin importar las reinas.
Solo necesitaba
una pareja.

Dos cartas,
mi última mano.
Vale más que unas cartas
que arrojar sobre la mesa.
Mucho más que la suma
y la ecuación de sus valores,
unidos,
no por separado.

Dos cartas,
la baraja de picas,
perdida y encontrada.
Nos miro,
ya no es un juego,
no hay apuestas sobre la mesa
que ganar
de puertas afuera.

Me levanto,
guardo las cartas.
Me retiro de las batallas absurdas
que me encerraron
entre mis propios muros.

Ya no volveré a estar sola,
no si guardo mi última carta,
para siempre,
y no la apuesto
sin poner mi vida sobre el tablero.

Porque eres mi última carta,
dos pasos más alante
de lo que indica tu nombre de guerrero,
como todo lo que tú crees
respecto a ti;
que yo te veo como eres
y tú siempre dos veces más atrás.

Mi carta de la suerte,
no quiero continuar la partida sin ella.




live to win







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