Estaba pensando en que debería de volver a mi orígenes, a escribir noches enteras y a dormir poco o nada. Porque una canción me ha traído de vuelta aquellos ojos brillantes, la sonrisa, juguetona, que refleja una emoción y excitación impropia de un guerrero. Y entonces he echado de menos -de nuevo-.
No creo que pueda regresar a lo que fui, y a lo que escribía siendo. Pero, tal vez pueda recordarlo de forma leve.
· No le sentaba bien el pelo tan corto, no obstante el flequillo cayéndole sobre los ojos obstaculizaba su visión en cualquier labor; habiendo provocado más de un incidente.
Aún se recordaba en la aldea la vez aquella que se precipitó el cubo en el pozo por un despiste de Angelus, y éste enseguida se lanzó en pos del dichoso cubo, saliendo finalmente, sin que nadie supiera muy bien cómo, por su propio pie de aquella tumba de agua.
Mucha gente decía hasta en las aldeas vecinas que Angelus era un niño nacido bajo la gracia de la diosa, reuniendo en su persona la belleza, la fuerza, la inteligencia y el saber del viejo rey Thórmenom. Tampoco faltaba, no obstante, quien atribuía todas estas cualidades a un pacto con el diablo. Obviamente, ninguna de las dos opiniones era correcta. Y quizá su nombre, poco común cuanto menos, tampoco ayudaba a la normalización de aquel chico que, con once años, paseaba su nueva imagen con la sonrisa más amplia y luminosa que jamás se hubiera visto en la aldea.
Era consciente de que, aquella mañana, todo el mundo le miraba a él, o, mejor dicho, a su pelo, que ya no se encontraba con él. Angelus era el primero en añorar sus suaves mechones de color pajizo, pero eso no le robaría la cancioncilla que asomaba entre sus labios, ni arrancaría un reflejo de tristeza de sus ojos de tormenta.·
sábado, 29 de noviembre de 2008
jueves, 27 de noviembre de 2008
INTERNET
Haciendo una lista de las cinco palabras más buscadas cada mes, poniéndolas en común y sumando los visitantes que encontraron este sitio en pos de otros horizontes, he aquí la lista, con sus correspondientes números de visitas en estos tres meses.
- "macabro" ....31 (Cabe destacar que Octubre fue un mes especialmente "macabro", con 16 visitas en busca de algo que supongo no encontraron...)
- "corazón con espinas" ....26 (Esta palabra también alcanzó su clímax en Octubre... {13})
- "corazón [con] sangre" ....20 (No sé qué más puede llevar un corazón...)
- "drogadiccion" ....15 (Ahí me han pillado xD)
- "masturbation" ....14 (El porno mueve prácticamente toda la red... tampoco era de extrañar que acabase metida en esto)
- "ophelia" ....11 (Bueno, al menos hay gente que, cuando no busca porno, se interesa por la literatura xDD [Pero masturbarse sigue yendo por delante])
- "puta" ....7 (Consecuencias de poner "Ophelia" en el buscador... xD)
"morroputo" -- Ya lo decía mi amigo Yuki, el mundo está plagado de gente como nosotros...
"tipos de abecedario de agua" -- ¿Esto es lo que hablaba la sirenita?
"tipos de suicidio" -- Espero que no hayaran la inspiración en mi blog...
"cavando un hoyo" -- Alguna vez ya he dado clases particulares sobre cómo cavar un hoyo...
"partes de una puerta" -- Tenemos el pomo y la puerta. Algunas llevan cerradura, otras no.
"como saber el sexo de los peces gold" -- Es fácil, preguntándoselo..."fondos para web de la geografia" -- Las libélulas son fácilmente localizables en muchos de los continentes... será eso.
"paredes con mensajes de muerte" -- ¿Qué pondrá en las paredes y de quién será la sangre?
OCTUBRE"tipos de suicidio" -- Y esta vez mas de una persona...
"galletas tu y yo" -- Recetas de tardes de domingo.
"peces mordiendo" -- Me pregunto qué morderá un pez, y con qué lo hará.
"creome mum" -- Aún descodificando el mensaje...
"crucifix puta" -- Mmm... esta me recuerda a mi querido "Putilatex".
"luz dura y calida" -- ¿Será luz un nombre propio?
"saco con bufanda" -- Porque los sacos de constipan con facilidad...
"gente drogadicta en decadencia" -- Hay gente a la que las drogas les favorecen.
"kitty follando" -- Atención, comienza aquí la secuela de Kitty; espero que no sea la Kitty de Hello Kitty.
"11 tipos de orejas" -- Mi oreja izquierda es más bien del tipo 3C. La derecha se asemeja más al 8.
"kids masturbate" -- Como no, no podía faltar la pederastia..."tartas enormes" -- El cebo para los "kids masturbate"...
NOVIEMBRE
"muñeca puta" -- Comúnmente denominada "muñeca hinchable".
"los sabios de roma" -- Bueno, aquí sabios no hay."nariz de borracho peces con goldfish" -- No sé muy bien que buscaba la persona que escribió esto...
"puta libelula blogspot" -- Aquí alguien se enfadó con la libélula.
"desvirgacion con sangre" -- O sin ella.
"tequila reunion" -- Alcohólicos anónimos..."kitty flores" -- Nuestra Kitty vuelve a la carga. Tras el polvo, las flores.
"mendiga sonriente" -- Hay que tomarse las desgracias con alegría... digo yo.
"el hombre más histérico" -- Éste es el que llamó puta a mi libélula.
"página diabolica de kitty" -- Kitty nos vuelve a sorprender, esta vez no parece ni que nos vaya a dar sexo ni flores. "300 gramos de chocolate negro" -- La receta de las galletas de los domingos versión II.
"puta folla" -- También hacen otras cosas, pero eso sobre todo.
"cojines para navidad" -- No es recomendable utilizar en otras épocas del año.
"olias marko" -- No estoy muy segura de si es un nombre propio o no.
Si entrabáis buscando esto, tal vez os hayáis llevado una sorpresa. :)
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Libélulas entre campos de "amapolas"
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Un año más.
Sabes? Procuro no escribirte, y no pensarte. No demasiado.
Y ya no me enfado, ni contigo ni conmigo.
Ni me rerpocho no haberte dicho cuanto te debí decir. Ni te reprocho no haberme enseñado todo cuanto hoy en día no sé. Y no sabré.
Ni te reprocho no haber llegado a conocerte; ni me lo reprocho.
He conocido a mucha gente que me recordó a ti. O a lo que aún conservo de ti.
Ni tu imagen, ni tu voz, ni tu forma de mirar. No me queda nada. Nada de eso tengo ya, y ahora dudo si alguna vez lo tuve.
Te eché de menos. Y aún hoy hay días en los que recuerdo aquel sueño que tuve, nada más te huviste ido. Soñé que todo volvía a la normalidad. Que me dabas un abrazo. Eso no lo he olvidado.
Ni aquella noche de reyes, contándonos cuentos para ver si nos dormíamos. Contándome chistes después, para ver si me dormía.
Y siento que no fui capaz de quererte. Que no fui capaz de estar cuando realmente fue necesario.
Me gustaría saber si me echaste de menos como yo ahora. Si maldigiste mi nombre encerrado en aquellas cuatro paredes de hospital. Si sabías tú de tu final.
Y por qué no me dijiste nada? Por qué nadie me dijo que no te volvería a ver?
Por que?
Me gustaría saber cuánto te costaba sonreír cada vez que íbamos a verte. Si querías seguir viviendo o decidiste rendirte sin decirnos nada.
Me gustaría, no saber, escuchar, que me quieres, que lo he hecho bien, que me perdonas.
Al final resulta que no sé nada de ti. Que, lo que más me duele, es que ni siquiera recuerdo lo último que te dije. Resulta que te fuiste y me enfadé contigo, y me enfadé con el mundo.
Y me acuerdo de algún castigo, me acuerdo de tus gafas, de tus noches eternas, de tus juegos de carreras, de tu tabaco (que ahora tanto odio, por tu culpa), me acuerdo de tus proyectos, de todo lo que no dijiste, y me tocó descubrir con diez años.
Recuerdo tus dibujos, tu inglés y tus matemáticas. Tus libros, tu cama, los agujeros de la ropa por culpa de un cigarrillo mal apagado. Tus siestas, tus comidas, tu trabajo y tus dolores de espalda. Los domingos que supieron bien gracias a ti, las pompas en el balcón, las historias de terror y los días de fiestas.
Y sin embargo no soy capaz de recordar tu voz. Ni tus ojos.
Ojalá pudiera volver a atrás. Y ser mejor. Y hacer cuanto no hice con diez años...
Pero... quizá eso cambiara la persona que hoy soy... y, sabes qué? Soy feliz. Tal vez, me gusta pensar que, en cierto modo, gracias a ti.
Un año más, te he vuelto a llorar.
Y, un año más, me despido como no hice en su momento.
Adiós, lo siento.
**
Ves esa foto? Al final, ni tú tenías tanto pelo, ni yo era tan pequeña.
Este año me he cortado el pelo, y me he confesado. Este año he querido de verdad y he llorado por otras personas.
Ha sido un buen año.
Faltabas tú, ya sabes.
P.D. Hoy he entrado en San Pedro por-que sí. Y se me había olvidado decir que, sobre todo, me acuerdo de los mediodías en los que nos esperabas en la ventana.
Y ya no me enfado, ni contigo ni conmigo.
Ni me rerpocho no haberte dicho cuanto te debí decir. Ni te reprocho no haberme enseñado todo cuanto hoy en día no sé. Y no sabré.
Ni te reprocho no haber llegado a conocerte; ni me lo reprocho.
He conocido a mucha gente que me recordó a ti. O a lo que aún conservo de ti.
Ni tu imagen, ni tu voz, ni tu forma de mirar. No me queda nada. Nada de eso tengo ya, y ahora dudo si alguna vez lo tuve.
Te eché de menos. Y aún hoy hay días en los que recuerdo aquel sueño que tuve, nada más te huviste ido. Soñé que todo volvía a la normalidad. Que me dabas un abrazo. Eso no lo he olvidado.
Ni aquella noche de reyes, contándonos cuentos para ver si nos dormíamos. Contándome chistes después, para ver si me dormía.
Y siento que no fui capaz de quererte. Que no fui capaz de estar cuando realmente fue necesario.
Me gustaría saber si me echaste de menos como yo ahora. Si maldigiste mi nombre encerrado en aquellas cuatro paredes de hospital. Si sabías tú de tu final.
Y por qué no me dijiste nada? Por qué nadie me dijo que no te volvería a ver?
Por que?
Me gustaría saber cuánto te costaba sonreír cada vez que íbamos a verte. Si querías seguir viviendo o decidiste rendirte sin decirnos nada.
Me gustaría, no saber, escuchar, que me quieres, que lo he hecho bien, que me perdonas.
Al final resulta que no sé nada de ti. Que, lo que más me duele, es que ni siquiera recuerdo lo último que te dije. Resulta que te fuiste y me enfadé contigo, y me enfadé con el mundo.
Y me acuerdo de algún castigo, me acuerdo de tus gafas, de tus noches eternas, de tus juegos de carreras, de tu tabaco (que ahora tanto odio, por tu culpa), me acuerdo de tus proyectos, de todo lo que no dijiste, y me tocó descubrir con diez años.
Recuerdo tus dibujos, tu inglés y tus matemáticas. Tus libros, tu cama, los agujeros de la ropa por culpa de un cigarrillo mal apagado. Tus siestas, tus comidas, tu trabajo y tus dolores de espalda. Los domingos que supieron bien gracias a ti, las pompas en el balcón, las historias de terror y los días de fiestas.
Y sin embargo no soy capaz de recordar tu voz. Ni tus ojos.
Ojalá pudiera volver a atrás. Y ser mejor. Y hacer cuanto no hice con diez años...
Pero... quizá eso cambiara la persona que hoy soy... y, sabes qué? Soy feliz. Tal vez, me gusta pensar que, en cierto modo, gracias a ti.
Un año más, te he vuelto a llorar.
Y, un año más, me despido como no hice en su momento.
Adiós, lo siento.
**
Ves esa foto? Al final, ni tú tenías tanto pelo, ni yo era tan pequeña.
Este año me he cortado el pelo, y me he confesado. Este año he querido de verdad y he llorado por otras personas.
Ha sido un buen año.
Faltabas tú, ya sabes.
P.D. Hoy he entrado en San Pedro por-que sí. Y se me había olvidado decir que, sobre todo, me acuerdo de los mediodías en los que nos esperabas en la ventana.
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De cuando la libélula observa su rostro en las aguas
domingo, 23 de noviembre de 2008
Cada vez que vieras llover
"Oh, Dios, voy a llorar"
Eso era lo único que podía pensar mientras tú me mirabas esperando una respuesta que se materializaba en una minúscula gota agua, glucosa, proteínas, sodio y potasio; en lugar de en palabras, que era lo que tu hubieses preferido.
Pude observar en tu rostro cómo pensabas exactamente lo mismo que yo: "Oh, Dios, va a llorar".
Parpadeé dos o tres veces para contener todo cuanto se desbordaba de mis ojos, y tú no querías saber.
Por cada segundo que contaba el reloj sin que yo pudiera abrir la boca, por miedo a comenzar a llorar por la garganta; y sin que tú supieras qué decir, por miedo a que me derrumbara ante tus ojos, recordaba todas las promesas que no había cumplido, y todos los juramentos que tú habías roto.
"Vaya par de tramposos", pensé, cambiando el hilo de mi mente para olvidar que tenía ganas de llorar delante de ti, olvidar que acababa de jurarme que no volverías a verme derramar una lágrima en tu nombre.
Cuando volví a mirar tu cara, con aquella expresión casi suplicante, a la espera de que me marchara lo antes posible, para no tener que verme llorar (de nuevo), no pude evitar estallar en carcajadas.
Aquella risa histérica que me invadía las veces que la presión y el dolor superaban las barreras de la realidad y violaban lentamente lo surrealista de la situación.
Sé que no te gustó que me riera en aquel momento, pero al menos no estaba llorando, y, para ti, cualquier cosa era mejor que pensar (o saber) cuánto daño me habías hecho.
Y entonces se puso a llover.
Entre mi estúpida risa y tu mezcla de perplejidad, alivio y enfado, la lluvia caía, lentamente, sin prisa, mojando tu ropa y pegando mi pelo a la frente.
Yo cesé en mi suicidio social y personal y tú disfrutaste de esa capa de agua que se interponía por un segundo entre nosotros.
Entonces recordé el tiempo en el que había esperado todos los días a que lloviera, y encontrarme contigo; para poder besarte bajo las gotas de cielo que se descolgaban.
Para poder besarte bajo la lluvia.
Te miré a los ojos.
Me hubiera gustado saber si tú también pensabas en la vez que comenzó a llover sobre nosotros. Saber si tú también pensabas en besarme bajo la lluvia, y dejar que ésta arrastrara tus palabras y mis lágrimas.
Saber si podíamos fingir que no acababas de despedirte de mí y que yo no iba a llorar.
Me hubiera gustado saber si tú también te acordarías de mí, años después, cada vez que vieras llover... al igual que haría yo.
**Próximamente: Cómo llegaís aquí los lectores.**
I'm rain.
**Tu fé era fuerte, pero necesitabas una prueba.
La viste a ella bañarse en el tejado.
Su belleza y el brillo de la luna te derrocaron.
Te ató a la silla de su cocina.
Rompió tu trono, y cortó tu pelo.
Y de tus labios dibujó un aleluya.
Eso era lo único que podía pensar mientras tú me mirabas esperando una respuesta que se materializaba en una minúscula gota agua, glucosa, proteínas, sodio y potasio; en lugar de en palabras, que era lo que tu hubieses preferido.
Pude observar en tu rostro cómo pensabas exactamente lo mismo que yo: "Oh, Dios, va a llorar".
Parpadeé dos o tres veces para contener todo cuanto se desbordaba de mis ojos, y tú no querías saber.
Por cada segundo que contaba el reloj sin que yo pudiera abrir la boca, por miedo a comenzar a llorar por la garganta; y sin que tú supieras qué decir, por miedo a que me derrumbara ante tus ojos, recordaba todas las promesas que no había cumplido, y todos los juramentos que tú habías roto.
"Vaya par de tramposos", pensé, cambiando el hilo de mi mente para olvidar que tenía ganas de llorar delante de ti, olvidar que acababa de jurarme que no volverías a verme derramar una lágrima en tu nombre.
Cuando volví a mirar tu cara, con aquella expresión casi suplicante, a la espera de que me marchara lo antes posible, para no tener que verme llorar (de nuevo), no pude evitar estallar en carcajadas.
Aquella risa histérica que me invadía las veces que la presión y el dolor superaban las barreras de la realidad y violaban lentamente lo surrealista de la situación.
Sé que no te gustó que me riera en aquel momento, pero al menos no estaba llorando, y, para ti, cualquier cosa era mejor que pensar (o saber) cuánto daño me habías hecho.
Y entonces se puso a llover.
Entre mi estúpida risa y tu mezcla de perplejidad, alivio y enfado, la lluvia caía, lentamente, sin prisa, mojando tu ropa y pegando mi pelo a la frente.
Yo cesé en mi suicidio social y personal y tú disfrutaste de esa capa de agua que se interponía por un segundo entre nosotros.
Entonces recordé el tiempo en el que había esperado todos los días a que lloviera, y encontrarme contigo; para poder besarte bajo las gotas de cielo que se descolgaban.
Para poder besarte bajo la lluvia.
Te miré a los ojos.
Me hubiera gustado saber si tú también pensabas en la vez que comenzó a llover sobre nosotros. Saber si tú también pensabas en besarme bajo la lluvia, y dejar que ésta arrastrara tus palabras y mis lágrimas.
Saber si podíamos fingir que no acababas de despedirte de mí y que yo no iba a llorar.
Me hubiera gustado saber si tú también te acordarías de mí, años después, cada vez que vieras llover... al igual que haría yo.
Your faith was strong but you needed proof
You saw her bathing on the roof
Her beauty and the moonlight overthrew her
She tied you
To a kitchen chair
She broke your throne, and she cut your hair
And from your lips she drew the Hallelujah**
You saw her bathing on the roof
Her beauty and the moonlight overthrew her
She tied you
To a kitchen chair
She broke your throne, and she cut your hair
And from your lips she drew the Hallelujah**
Leonard Cohen. Hallelujah.
**Próximamente: Cómo llegaís aquí los lectores.**
I'm rain.
**Tu fé era fuerte, pero necesitabas una prueba.
La viste a ella bañarse en el tejado.
Su belleza y el brillo de la luna te derrocaron.
Te ató a la silla de su cocina.
Rompió tu trono, y cortó tu pelo.
Y de tus labios dibujó un aleluya.
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viernes, 21 de noviembre de 2008
About dreamers
He recordado haberte soñado.
Y haberte echado de menos.
Hoy recuerdo mis cosas buenas; las tuyas.
Será sólo porque suena esta canción,
porque he estado contigo o porque últimamente todo marcha de una forma aceptable.
Será que mañana está planeado que amanezca.
Será que se acerca una de mis navidades más esperadas.
Los campos de trigo bajo el cielo gris de tormenta.
El arcoiris deshaciéndose en el cielo.
Una pestaña entre tu pelo; que tiene escrito mi nombre.
Oscuridad titilante de adornos navideños.
Ese frío y esa niebla sólo de nochebuena.
El aire helado del coche a la puerta.
Año nuevo, y sus luces.
Es la luz del invierno, más artificial que solar.
La que me broncea la piel del dorado de la nieve.
Es que hablo de estrellas fugaces que hace tanto perdí.
De deseos que se cumplieron; que se olvidaron.
De otoños verdes, y cuidades sumergidas bajo el agua.
Hablo de encontrarte bajo el blanco metálico del a ciudad,
sentado en un bordillo.
De encontrarte entre tanta gente, tras la espuma de las olas.
Hablo de tantas cosas que se me atraganta la realidad en una sonrisa.
Que tengo fuerza de tormenta sólo esta noche.
Hablo de besos en la oscuridad y cartas de domingo por la mañana.
Hablo de flores y un arco iris gris.
Hablo de un sueño que tuve hace mucho.
Un sueño que aún recuerdo.
"Y en mis sueños más amargos
me despierto cuando han acabado.
Y en mis sueños más bonitos
me despierto cuando aún no han empezado."
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De cuando la libélula observa su rostro en las aguas
jueves, 20 de noviembre de 2008
Lost in the sin
Esclavos del pecado. De los ojos verdes de la lujuria.
De las camas redondas y las sábanas de raso, rojas, siempre rojas.
De los suspiros, de las mantas tibias y los abrazos húmedos.
Esclavos de las nubes de tormenta y de la piel contra la piel.
De pies fríos y manos sudando.
Esclavos del placer y la ira.
De las lágrimas y las cosquillas.
Admítelo, eres esclavo.
Esclavo de cada día que amanece y cada vez que recuerdas su olor, su pelo.
Esclavo en sueños de sus sonrisas y esclavo de sus promesas,
siempre rotas.
Como el castigo divino, o el vendaval, o un condón pinchado.
Por haber sido esclavo de cualquiera de tus pecados.
Por haberla querido.
Por haberla jurado.
Por recordar cada segundo que pasaste esclavo de los pecados, fundiéndote en su carne.
- ¿Cómo coño se pone eso?
- Así.
[maniobras]
- Ah...
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Susurros que vuelan más alto que las libélulas
martes, 18 de noviembre de 2008
Close your eyes
Cierra los ojos.
El calor, el aliento, la voz.
Cierra los ojos.
Te pones la chaqueta, te calzas los zapatos y te despides tres veces. Te marchas una y te quedas dos. E intentas enseñarme sabiendo que a mi edad ya no se aprende a jugar limpio, sabiendo que si hago trampas, es por ganar, y no por la partida.
Todo sabe a calor, porque voy a ir sacando las luces de navidad, para alumbrar mi cama por las noches.
Y así poder jugar a encontrarte entre las sombras de mi almohada y la pared.
Y así tener alguien con quien hablar cuando te hayas ido a matar princesas y besar dragones que se conviertan en estrellas titilantes en el cielo.
Y así tener alguien a quien contarle que, cuando hace tanto frío que no tengo aliento, sonrío.
...Y mientras, la nieve, se derrite de envidia en mi ventana, porque tú estás dentro y, por primera vez, ella fuera...
Cogiste mi rostro entre tus manos y me diste un poco de tu calor. Me prestaste el sabor de tus labios, dejando tibias las almohadas; rompiendo con tu fuego la escacha de mis pestañas.
Y me has enseñado a hacer que los días salten y den volteretas hasta lograr que se abracen los treses y los ochos.
Y, cuando ya no me queda nada más que decir, apareces tú para robarme las palabras.
Y me has enseñado a hacer que los días salten y den volteretas hasta lograr que se abracen los treses y los ochos.
Y, cuando ya no me queda nada más que decir, apareces tú para robarme las palabras.
Te pones la chaqueta, te calzas los zapatos y te despides tres veces. Te marchas una y te quedas dos. E intentas enseñarme sabiendo que a mi edad ya no se aprende a jugar limpio, sabiendo que si hago trampas, es por ganar, y no por la partida.
Todo sabe a calor, porque voy a ir sacando las luces de navidad, para alumbrar mi cama por las noches.
Y así poder jugar a encontrarte entre las sombras de mi almohada y la pared.
Y así tener alguien con quien hablar cuando te hayas ido a matar princesas y besar dragones que se conviertan en estrellas titilantes en el cielo.
Y así tener alguien a quien contarle que, cuando hace tanto frío que no tengo aliento, sonrío.
...Y mientras, la nieve, se derrite de envidia en mi ventana, porque tú estás dentro y, por primera vez, ella fuera...
Regla número XI
"Puedes saber cómo es una persona dependiendo del sabor de radical que beba"
"Puedes saber cómo es una persona dependiendo del sabor de radical que beba"
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De cuando la libélula observa su rostro en las aguas,
More than Fairy Tales,
Reglamento de vuelo,
WindGuardian
jueves, 13 de noviembre de 2008
Sand Seller
El vendedor de arena llegó una tarde de Octubre. Cuando los meses aún se escribían con mayúsculas. Desde la plaza del pueblo hasta la última lápida del cementerio lo acompañó el rumor de un mar que yo sólo había visto en las películas de los sábados por la tarde, los días de verano en los que la antena se dignaba a mostrar una secuencia de fotogramas inconexos doblados por el ruido blanco de un televisor que sólo deseaba la eutanasia, tras servir a tres generaciones seguidas.
El vendedor de arena se presenció en la puerta de la iglesia y, sin llegar a entrar, dejó a modo de ofrenda tres pequeños sacos de tela.
Recorrió todas las calles -que eran pocas-, sembrando la arena a su paso.
Yo lo recuerdo bien, porque era pequeña y aquella fue la primera vez que escuché el mar, cuando llamó a nuestra puerta hablando en aquel idioma desconocido. La primera vez que olí la sal, tan pegada a su piel que sus poros exhalaban océano. La primera vez que vi su color, ése azul verdoso, oscuro; en sus ojos.
Era el vendedor de arena.
Treinta y tres otoños después, no quedaba nadie para recordar su llegada al pueblo. Incluso mis propios recuerdos comenzaron a volverse trémulos. Sin embargo, aquella despedida, la única vez que el vendedor de arena habló mi idioma. ¿Cómo poder dudar de la veracidad de ese sueño?
El aire sólo parecía acariciarlo a él. Y la lluvia, por el contrario, no lo tocaba.
Porque él era el vendedor de arena: señor de los océanos y el viento, padre de la tormenta.
Durante su corta estancia en el pueblo no pasó un día sin que le rogara a dios para que aquel hombre me llevara con él.
El día en que le vi despedirse de la última baldosa de la ciudad, corrí hasta alcanzarle y le dije:
"Llévame contigo".
Él me miró un instante, quizá viéndome por primera vez. Luego evaluó la situación y, de no haber sido porque yo estaba segura de que no podía entenderme, hubiera pensado que consideró mi propuesta.
Sin embargo a mí la lluvia sí me mojaba.
No se acercó a mí; él nunca daba un paso atrás. Pero agachó la cabeza, depositó una de sus misteriosas bolsas en el suelo y, mirándome desde su profundo mar del sur se despidió, con su voz de marea y su piel de piedra cálcica:
"Adiós, tormeta".
...
"Adiós, papá"
***
Hoy estoy feliz. Me duele la cabeza, Napoleón me espera en la cama, hablándome de sus derrotas y sus ideales, el sabor de las pastillas besa mis labios; pero hoy estoy feliz.
Y me ha animado una canción intoxicada; que si ella se cree intocable por venenosa, yo me creo invencible por lamerla por el dorso.
"...No creas que no agradezco,
lo que tú has hecho por mí.
Porque ello, me ha hecho feliz..."
El vendedor de arena se presenció en la puerta de la iglesia y, sin llegar a entrar, dejó a modo de ofrenda tres pequeños sacos de tela.
Recorrió todas las calles -que eran pocas-, sembrando la arena a su paso.
Yo lo recuerdo bien, porque era pequeña y aquella fue la primera vez que escuché el mar, cuando llamó a nuestra puerta hablando en aquel idioma desconocido. La primera vez que olí la sal, tan pegada a su piel que sus poros exhalaban océano. La primera vez que vi su color, ése azul verdoso, oscuro; en sus ojos.
Era el vendedor de arena.
Treinta y tres otoños después, no quedaba nadie para recordar su llegada al pueblo. Incluso mis propios recuerdos comenzaron a volverse trémulos. Sin embargo, aquella despedida, la única vez que el vendedor de arena habló mi idioma. ¿Cómo poder dudar de la veracidad de ese sueño?
El aire sólo parecía acariciarlo a él. Y la lluvia, por el contrario, no lo tocaba.
Porque él era el vendedor de arena: señor de los océanos y el viento, padre de la tormenta.
Durante su corta estancia en el pueblo no pasó un día sin que le rogara a dios para que aquel hombre me llevara con él.
El día en que le vi despedirse de la última baldosa de la ciudad, corrí hasta alcanzarle y le dije:
"Llévame contigo".
Él me miró un instante, quizá viéndome por primera vez. Luego evaluó la situación y, de no haber sido porque yo estaba segura de que no podía entenderme, hubiera pensado que consideró mi propuesta.
Sin embargo a mí la lluvia sí me mojaba.
No se acercó a mí; él nunca daba un paso atrás. Pero agachó la cabeza, depositó una de sus misteriosas bolsas en el suelo y, mirándome desde su profundo mar del sur se despidió, con su voz de marea y su piel de piedra cálcica:
"Adiós, tormeta".
...
"Adiós, papá"
***
Hoy estoy feliz. Me duele la cabeza, Napoleón me espera en la cama, hablándome de sus derrotas y sus ideales, el sabor de las pastillas besa mis labios; pero hoy estoy feliz.
Y me ha animado una canción intoxicada; que si ella se cree intocable por venenosa, yo me creo invencible por lamerla por el dorso.
"...No creas que no agradezco,
lo que tú has hecho por mí.
Porque ello, me ha hecho feliz..."
Regla número X
"Hacer justicia significa pasarse al lado del mal, ése que siempre sabe a gominola"
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miércoles, 12 de noviembre de 2008
Silent awake in your name
Descorro las cortinas para ver cómo nos hemos perdido el amanecer, hablando de cosas que mañana yo reinventaré, y tu no recordarás.
Busco, con los dedos, el interruptor de una luz que sé que no prenderé, para no despertarte; y que despiertes solo, mientras te miro.
Me dejo caer sobre la butaca, dejo que ésta me abrace. Y me pregunto cuánto tiempo aguantaré en este mundo, o cuanto tiempo me aguantará el mundo a mí. Me pregunto cuánto me echarán de menos, cuánto te echaré de menos yo a ti. Me pregunto cuántos amaneceres más nos perderemos, y cuanto tiempo esperaré a que llueva para encontrarme contigo y darte un beso.
Despiertas y me sorprendes fuera de mi posición, rompiendo el momento.
Crees que lloro, y te equivocas; pero me gusta tu miedo. Porque te levantas para responder a todas las preguntas que no poseen respuesta. Porque puedo escuchar tu alivio rozando las sábanas, juguetón, al comprobar que estoy bien, que el orden del cosmos continúa caótico y que mañana amanecerá de nuevo -y nos lo volveremos a perder-.
Volvemos pisando la tabla ochenta y cinco B primero, la catorce después.
Aún hay tiempo para el próximo amanecer, podemos esperarlo hasta quedarnos dormidos.
- ¿Qué ha sido eso?
- Ah, sí! Me olvidaba del fin del mundo.
Regla número IX
"El orden de las reglas no altera el resultado"
"El orden de las reglas no altera el resultado"
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Susurros que vuelan más alto que las libélulas
martes, 11 de noviembre de 2008
So far
Es por lo que a veces me pesan las noches.
Es por lo que ésta, en concreto, se me hace dura.
Es porque ha flaqueado mi fe y, por unas horas, te he sentido lejos.
Pero es un secreto, y no te diré nada.
Porque es cuestión de fe y, después de tanto, me cuesta creer.
Pero es un secreto, y no te diré nada.
Porque es cuestión de fe y, después de tanto, me cuesta creer.
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Soñando paranoias
domingo, 9 de noviembre de 2008
Ya deberías saber
Pero resto con los dedos.
Por eso están contados los minutos;
que cuando llego a veinte, me pierdo.
Ya deberías intuir que, cuando hablo finjo,
y cuando no digo nada, es porque estoy contando.
Deberías ser consciente de que nunca pierdo a cabezonería.
De que rompo las normas, y te miro.
Para observar tu reacción, y tirar de ti,
hasta que te rompas tú.
Y repararte a besos.
Deberías haber aprendido que el mundo gira según yo quiera,
y que esas leyes universales son irrevocables.
Que siempre andos tres pasos por delante,
para tener tiempo de levantarme al caer.
Y jurar que no he tropezado, que no me ha dolido.
Que no he llorado.
Aprende[me] que todo lo que digo está trucado,
que las verdades son falsas,
y mis mentiras siempre tienen relente de verdad.
Has de saber que, a veces, cuando te miro, a veces me entran ganas de llorar.
Y no me quedan dedos para contarte que no son lágrimas de las que duelen.
Que sé hablar con las margaritas y cantar sola,
invocando a la tormenta.
Y si tiemblo con la música, es que me recuerda a ti.
Y no a la inversa.
Que soy feliz, desde que los segundos que cuento,
son los que faltan para que llegues tú.
- Es curiosa la mala memoria que tenemos para unas cosas... y no para otras.
- No sé de qué me hablas.
Regla número VIII
"Cuando una chica dice "me da igual", significa que le importa... y mucho"
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De cuando la libélula observa su rostro en las aguas,
Reglamento de vuelo,
Susurros que vuelan más alto que las libélulas
jueves, 6 de noviembre de 2008
5 y medio
Comienza a sonar la música y el frío destila por las rendijas de mi añorado suelo de madera vieja.
Abro la puerta del armario al golpe de las teclas de un piano.
Y descuelgo de su percha una de tus sonrisas, tres o cuatro tallas más grandes.
Y descuelgo de su percha una de tus sonrisas, tres o cuatro tallas más grandes.
Me enfundo en ella hasta que la habitación queda sumergida bajo esa luz cálidad de algunos domingos de otoño por la tarde.
Aspiro tu aroma desde dentro y siento la otra mitad de la cama aún tibia, esperándote.
Comienza a llover.
El piano ha dejado de sonar.
Porque no quiero escuchar nada que no sea tu respiración.
Es jueves, y yo, con mi capa de lana blanca y el pelo alborotado, los declaro los nuevos domingos.
- Hagamos lo siguiente: yo llegaré como si te hubiese encontrado de casualidad, y tú me susurraras una vez más lo mucho que llevabas esperándome. ¿Preparado?Es jueves, y yo, con mi capa de lana blanca y el pelo alborotado, los declaro los nuevos domingos.
- Llevo toda la vida preparado.
- Genial. Corten!
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miércoles, 5 de noviembre de 2008
あのたいせつな人...
Lo siento, enano, sabes que nunca me retracto de mis palabras, pero te dediqué una canción que nunca apreciaste. Y la bailé sola en aquel bar.
La reclamo de nuevo, para dársela a quien si la aprecia.
A ti te he dado ya demasiado.
De hecho te lo di (casi) todo.
Un beso.
Yo me quedo con el 5, que siempre fue mi número :) después del 3, claro.
*déjame, solo por ser la primera vez*
*déjame, solo por ser la primera vez*
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lunes, 3 de noviembre de 2008
Can't stand the light
Verás, cuando empiezo a pensar se derraman las ideas y palabras por la parte superior de mi cabeza, y se inunda la habitación hasta que acabo respirando de mí, y termino asfixiada por todo cuanto me intoxicaba.
Es entonces cuando me enfado. Y empiezan -de nuevo- las ganas de llorar, y las pocas ganas de clasificar estas lágrimas. Es entonces cuando comprendo que cada día se me hace un poquito más difícil vivir conmigo misma y un poquito más fácil el huir.
Y duermo para no tener que ser. Y subo el volumen de las mismas canciones de siempre tan alto que parezca que la música me va a devorar.
Porque entiendo con horror que vuelvo a llegar tarde; cuando todos están ya cansados. Cuando el tiempo de los días soleados ha pasado, y yo me he perdido la sensación de las sábanas secándose al sol.
Porque tú no tienes ni ganas ni fuerza para intentar detener la lluvia; y yo regreso siempre con una pulmonía y sin ninguna mariquita que enseñarte.
Eso es llegar tarde. Llegar cuando hace frío y la enfermedad ha dejado cicatriz.
Es llegar tras haber vivido, y desconfiado.
Y ahora yo no soy nadie para tapar heridas, porque apenas puedo curarme de mi hipocondría.
*Día de esos de bajo-sábanas, con las oreja agachadas, los ojos cerrados, para ver si así dejo de oír, y rezando en silencio para no pensar. No pensar que me declaré atea en un golpe de suerte. No pensar que notengo nada que dar. No pensar que pronto dejaré de disimular, y todos se darán cuenta*
Es entonces cuando me enfado. Y empiezan -de nuevo- las ganas de llorar, y las pocas ganas de clasificar estas lágrimas. Es entonces cuando comprendo que cada día se me hace un poquito más difícil vivir conmigo misma y un poquito más fácil el huir.
Y duermo para no tener que ser. Y subo el volumen de las mismas canciones de siempre tan alto que parezca que la música me va a devorar.
Porque entiendo con horror que vuelvo a llegar tarde; cuando todos están ya cansados. Cuando el tiempo de los días soleados ha pasado, y yo me he perdido la sensación de las sábanas secándose al sol.
Porque tú no tienes ni ganas ni fuerza para intentar detener la lluvia; y yo regreso siempre con una pulmonía y sin ninguna mariquita que enseñarte.
Eso es llegar tarde. Llegar cuando hace frío y la enfermedad ha dejado cicatriz.
Es llegar tras haber vivido, y desconfiado.
Y ahora yo no soy nadie para tapar heridas, porque apenas puedo curarme de mi hipocondría.
*Día de esos de bajo-sábanas, con las oreja agachadas, los ojos cerrados, para ver si así dejo de oír, y rezando en silencio para no pensar. No pensar que me declaré atea en un golpe de suerte. No pensar que notengo nada que dar. No pensar que pronto dejaré de disimular, y todos se darán cuenta*
Regla número LVIII
"Nunca le demuestres a esa persona lo realmente importante que es para ti, no vaya a ser que se asuste"
"Nunca le demuestres a esa persona lo realmente importante que es para ti, no vaya a ser que se asuste"
- Se puede saber qué coño te pasa?
- Nada, es que hace demasiada luz... y entonces te das cuenta de que lloro.
Y los dedos palpan de vez en cuando, para asegurarse de que, en la oscuridad, no hago ese otro tipo de trampas: el de llorar cuando no me ves.
Ojalá pudiese hacer más.
- Nada, es que hace demasiada luz... y entonces te das cuenta de que lloro.
Y los dedos palpan de vez en cuando, para asegurarse de que, en la oscuridad, no hago ese otro tipo de trampas: el de llorar cuando no me ves.
Ojalá pudiese hacer más.
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De cuando la libélula observa su rostro en las aguas,
Reglamento de vuelo,
Soñando paranoias
domingo, 2 de noviembre de 2008
303
Barcelona,
vista desde mi ventana;
desde tu espalda.
Se despide de mí.
Barcelona, preciosa y horrenda,
silenciosa y ruidosa.
Sonora.
Nuestra original sound track
son respiraciones entrecortadas,
son tres roces de sábanas
y cigarrillos consumiéndose.
Es la lluvia callendo por lanoche,
furiosa.
Y ya te echo de menos,
mientras cierro mi maleta
empieza a llover en horizontal.
Me asomo; no estás.
Y las mantas van enfriándose
aunque siga haciendo calor.
Todo me recuerda a ti.
Barcelona.
Te dejo mi alma en el cajón
de "nuestra" habitación:
la del número mágico.
El número mágico.
Dímelo otra vez,
que yo tampoco me lo creo.
Eso de que queda prohibido llorar,
eso de que estoy despierta, estamos.
Porque yo tampoco me quiero ilusionar,
que la esperanza sobrevive a la amenaza nuclear.
Pero, pequeño, yo soy torpe;
no me des felicidad que quebrar,
que la rompo. Se me rompe.
No quiero irme de Barcelona,
abandonar esta ciudad.
No quiero.
Va a ser un viaje largo.
Voy a pensar en ti.
Temblando entre las sábanas;
vista desde mi ventana;
desde tu espalda.
Se despide de mí.
Barcelona, preciosa y horrenda,
silenciosa y ruidosa.
Sonora.
Nuestra original sound track
son respiraciones entrecortadas,
son tres roces de sábanas
y cigarrillos consumiéndose.
Es la lluvia callendo por lanoche,
furiosa.
Y ya te echo de menos,
mientras cierro mi maleta
empieza a llover en horizontal.
Me asomo; no estás.
Y las mantas van enfriándose
aunque siga haciendo calor.
Todo me recuerda a ti.
Barcelona.
Te dejo mi alma en el cajón
de "nuestra" habitación:
la del número mágico.
El número mágico.
Dímelo otra vez,
que yo tampoco me lo creo.
Eso de que queda prohibido llorar,
eso de que estoy despierta, estamos.
Porque yo tampoco me quiero ilusionar,
que la esperanza sobrevive a la amenaza nuclear.
Pero, pequeño, yo soy torpe;
no me des felicidad que quebrar,
que la rompo. Se me rompe.
No quiero irme de Barcelona,
abandonar esta ciudad.
No quiero.
Va a ser un viaje largo.
Voy a pensar en ti.
Temblando entre las sábanas;
no quiero abrazar ninguna almohada que no lleve tu olor.
Voy a pensar en ti.
Norma número VII
"Debes y puedes hacer todo lo que quieras, y cumplir sólo las normas que quieras"
Norma número VII
"Debes y puedes hacer todo lo que quieras, y cumplir sólo las normas que quieras"
- Esto ya lo hablamos.
- Todo es discutible.
- Todo es discutible.
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Reglamento de vuelo,
Rimando nenúfares,
Susurros que vuelan más alto que las libélulas,
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