miércoles, 3 de abril de 2013

Interludio




Tengo el pecho lleno de momentos guardados, a la espera.
A la zaga de esta primavera.
Esta en concreto.

Cazo albores, cazo estrellas, cazo árboles en flor.

Tengo el corazón sobre la palma de la mano,
palpita, habla, señala direcciones,
no es un corazón adiestrado
(ya no)
y es altivo, es activo;
y no permite que se le guarde en un puño,
en un pecho:
ha de ir en la mano, sobre su palma extendida.

Hoy, mejor morir en pie,
mejor morir luchando.

Los pastores de lobos temen a la luna,
destrozan, devoran.
Los dragones no le temen a nada,
destrozan, devoran.
Nietzsche teme, es humano,
pero aún así
destroza, devora
Reconstruye.

Reconstruir es mejor que construir, porque no se empieza de cero, se sabe qué no se quiere, se tienen las cenizas como cicatrices de lo que no volveremos a construir. Cuanto más reconstruyes, cuantos más muros derribas, mejor arquitecto, obrero y habitante te vuelves.
Por eso hay que leer,
y romper,
y creer,
y crecer,
y crear,
y cargar (contra).

Escalar muros,
derribar muros,
construir veredas
y dejarlas sin vallar.

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