No te preocupes del futuro, quizás no existas mañana.
Hoy estoy sola, estoy aburrida, confundida y triste. Pero estoy. Es más de lo que pueden decir muchos.
A ti te digo, esta noche, que vales más de lo que crees;
que actúes, aunque tengas miedo de fallar y demostrar que no sirves para algo,
ensayo y error.
A ti te digo que te quieras más, que te cuides más a ti mismo
y no rompas tu entorno, porque, después de tu compañía, será lo más importante que tendrás.
A ti te digo que no te culpes, nunca. La gente viene y va. Y, cuando se va, no es culpa de nadie.
A ti te digo que vueles, quizás ya estás cansado, pero somos jóvenes aún; hasta que se nos deshagan las plumas y se nos fundan con la piel, hasta entonces debemos aletear.
A ti te digo que sientas, no que creas o quieras sentir. Cierra los ojos, respira, evoca.
A ti te digo que ames, y a ti que te arriesgues, que perdones, que olvides, que andes, que descanses.
Aún estamos aprendiendo. Da igual si caemos, si creemos, si pecamos.
Lo importante es hacerlo sabiendo que no estamos solos. Que nunca lo vamos a estar a partir de hoy, de aquí.
Aunque un viernes de madrugada se sienta así.
A ti, aunque pienses que nadie te escucha, que nadie te ve. Yo lo hago. Más aún, te siento.
No estamos nunca solos.
A pesar de este sentimiento que a veces nos invade;
no lo estamos.
Es importante recordarlo.
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