Tú, tú... que me prometiste traer cada nuevo día. Tú, que, entre todos los ángeles bajaste para colmarme de promesas, y decirme que jamás te irías, que esperarías toda mi vida junto a mí, aunque no fuese digna de la fe, ni tan siquiera del paganismo.
Y se ha ido tanta gente que no queda nadie a quien quejarse. Todo está tan vacío que no queda lugar en el mundo para huir, y refugiarse.
***
Esa mirada.
Desperté aún con la calidez de sus ojos entre las sábanas. La habitación estaba helada, y la ventana destilaba el frío de noviembre, gota a gota.
- ¿Qué jodida hora es? -pregunté al reloj, que respondió con un tic, y luego un tac.
Esa sensación de anhelo y necesidad de cariño y contacto físico me acompañó hasta la ducha, y me esperó en la puerta con el abrigo preparado.
Era esa presión en el pecho que provocaba paz y tristeza al mismo tiempo. Era el color gris del cielo.
- Que jodidamente bonita es la lluvia...
- ...aunque haga frío y la veas sola?
La lluvia es la lluvia
~~~
- Que tal, tía?
- Buaaaa bien :D
- Y eso?
- Redescubriendo la ausencia de mis problemas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario