Dirigí una mirada furtiva a su espalda, clavando en ella mis pupilas, y tirando; en un intento de hacer que se volviera.
A esa distancia se filtraba entre el humo y el alcohol el aroma de su pelo y cortaba el frío el calor que desprendía su cuerpo. Su voz, a mis espaldas, totalmente ajena a mí, murmuraba muy bajito aquella historia que ya me había aprendido de memoria: la de cómo se hizo aquella cicatriz que nacía de sus labios, queriendo escapar de la palabra.
Dejé caer mi brazo, de manera que nuestras manos se tocaran "de-forma-casual". Y entonces ella reaccionó, o la mitad de ella que controlaba su cuerpo de hombros para abajo; porque su voz continuó sin pausa narrando entre la música y las risas, y no obstante sus dedos buscaron el hueco entre los míos, para llenarlos en la clandestinidad de bajo-cintura, donde, en penumbra, las demás manos morían, envidiosas.
Permanecí fuera, con la expresión inmutable, dibujando medias sonrisas, para que nadie pudiese adivinar que por fin tu piel no era un misterio para mí.
Para que nadie pudiera presenciar una brecha en tu historia, por la que colarse hasta llegar a nosotros. Que nadie fuera o fuese capaz de saber que besaría tus labios bebiendo tus latidos hasta que el mundo dejara de girar, y sólo estuviésemos tú y yo.
***
-Por fin has llegado.
-Sí... por fin.
- F I N.
"I can be free..."
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