miércoles, 6 de agosto de 2008

Nueve

Antes de empezar, estoy segura de que podré escribir algo bonito. Me lo ha susurrado una de esas nubes que agonizan a ras de suelo, queriendo besar el asfalto.

Era tan tarde que casi era temprano. Y las luces aún vibraban en nuestras pupilas, tenues, apagándose sin que apenas fuésemos conscientes de ello.
El tiempo y el espacio quedaron suspensos entre nuestros labios, como una cuerda de tender la ropa, cansada de ser mecida por el viento.
Taponábamos la entrada, o la salida; todo era relativo. Me dije, me dijiste, te dije.
Y se nos revolvió el estómago con la resaca verbal de tanto futuro vertiginoso y tanto pasado turbulento.
Podía saborear tu aliento, violando mi boca, penetrando hondo, queriendo llegar hasta las entrañas, para no salir jamás.
Y aún estábamos a una distancia que nadie parecía poder salvar.
Tu y yo.
En mitad de una puerta hacia ninguna parte, cortando el paso a aquellos que empujaban y empujaban, queriendo buscar quizá un destino como el mío.
Casi me gustaba poder escuchar la envidia y el anhelo rozando las baldosas de cerámica ennegrecida.
Fue un instante.
Tu boca, entreabierta, aunque no fueses a decir nada.
La mía, esperando un mensaje que no había sido escrito. Tratando de absorberte.
Cerré fuertemente los puños, y el reloj descontó tres segundos.
Cerré fuertemente los ojos, y el reloj descontó tres segundos.
Cerré fuertemente el libro, perdiendo la página por la que iba leyendo, perdiendo todo el curso de la narración -tres segundos hacia atrás.
Y justo cuando, como siempre, SABÍA que nuestra historia había acabado, el tiempo decidió cobrarse esos nueve segundos. Nueve.
Como las vidas del gato que ya malgastó siete.
Como la buena o mala suerte, dependiendo del continente asiático.
Como los años de vida que me restaban a mí por hacerlo todo con el lado equivocado.
Nueve, o seis, según se mire.
Nueve. 9
En los que la gente empujó por salir, y tú por entrar. Por la misma puerta que era a la vez entrada y salida, dependiendo del día.
Nos juntamos, nos fundimos.
Se quebraron las distancias y los relojes, y tú y yo sentimos que nuestra historia llena de remaches y trasquilones, nuestro engendro de historia, más húmedo de lágrimas que de rocío, era la más perfecta del mundo.
Solos. Tú y yo. Dos parejas y un borracho queriendo salir.
Tú, llamando a la puerta tras tanto tiempo.
Y yo rompiendo la promesa de no abrirte jamás.
Borrando con la lengua todas las lágrimas caídas. Sujetándonos con fuerza para no esfumarnos.
Como si jamás hubiésemos sufrido.
Como si jamás hubiésemos amado.
Ahora que has venido, quédate para siempre.

^^ No sé que decir, busco las palabras adecuadas... o quizá una despedida, para mí, sólo para mí.
Una despedida que sé que no escribiré, porque, realmente será válida cuando no sea necesario creérsela.
"Hay dos tipos de personas: los príncipes y los herederos que aún no han sido descubiertos.


El efecto mariposa.
Ése que tanto nos gustaba porque no éramos capaces de comprender.

<. ~ .>

- Prométeme que me querrás siempre y te creeré, aunque sea mentira.
- ...
- Prométemelo.
- Te lo prometo. Siempre te querré · · · Nunca te dejaré sola.

* * *

"Te creeré, aunque sea mentira."


eso sí, nunca te [me]perdonaré que te llevaras tantos deseos y pestañas.



~ · ~ Cuánto tiempo es tarde? ~ · ~

2 comentarios:

victoria dijo...

que bonito...(sin palabras para describir XD)

Dilealarabia dijo...

diosss....

Sin palabras...

...Alavada seas...

Ove....