viernes, 9 de octubre de 2009

Ya no te quiero.


Ya no te quiero.
De pronto mi fuego ardiente se enfría. Me miras a los ojos, atónito.
No es que el querer o no querer se extinga en un día; no es que acabe de sentir el palpitar negativo de un corazón (el mío)... No, no es nada de eso. Pero no sé explicarlo... y tú tampoco me dejas hacerlo.
Por-si-acaso.

Los besos tienen el sabor amargo de un té frío, sin azúcar. Me relamo los labios.
Y sonrío como un gato.
Espero a que se acabe mi canción. Pero tú ya no la oyes.
Me miras a los ojos, ves dos puertas abiertas. No invitan a entrar.

Volvemos a la retórica mundial y a la metafísica de las mariposas.
Volvemos al camino, bajo la luz de diez farolas, y La parpadeante.

Diez palabras que pintar, y recuerdos que reviven los retazos de mi amor.
Siento, como se sienten las lápidas: frías, ásperas.
Siento sus nostalgias, sus historias.

Me das un beso que, esta vez, tiene el sabor del agua tibia de un jarrón.
Las flores, muertas, brillan por su ausencia.



"Tienes cara de monarca...
¿estás seguro de que tus padres no eran hermanos?"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es duro cuando muere el amor, pero cuanto dolor trae el proceso de tenerlo cerca y no poder hacer nada para salvarlo.

Angel :_(