martes, 9 de abril de 2013

Lo suficientemente claro.

Una vez un ex me dedicó Turnedo, capté la indirecta, lloré. Pero no lo asumí, supongo que no lo creí.
Hoy quiero dejar esta vida, este cuerpo, desaparecer. Que me lloren o no, da igual, que le duela a quien se queda y no a mí.

En mitad de una calle de lunes, me siento en el suelo, lloro, escribo. Estoy haciendo tiempo por si alguien sale, corre a salvarme. Pero qué va, esas cosas solo pasan en las películas que se tragaron mi voluntad.
Soy plenamente consciente de mi cuerpo, gracias. Intento vivir con ello, sobrevivir. Intento no destruirme porque tendré que soportarme toda la vida, esta cara de hija de puta, este cuerpo deforme, estas piernas, estos pechos. Puedo, en un segundo, convertirme en un monstruo, pero tendré que sobrevivir, e ignorar que jamás podré quererme, porque soy consciente de mi cuerpo, más aún de lo que tus manos o tus ojos puedan llegar a sentir y a ver.
Me llevo a cuestas cada día, gracias por la información, pero ya lo sabía. Todo lo malo que tengas que decir. Dilo. Pero ya lo sabía, y lo ignoré, porque falta una gotita para que el agua se desborde, y yo caiga por el acantilado.

Sigo esperando, pero no va a venir nadie. Me siento una mierda. Siento que mi vida no merece la pena, que no sé más que herir y mentir. Me levanto y ando, ando literal y metafóricamente. No pinto nada aquí, ni aquí, ni allí ni en ninguna parte. Quien no es capaz de quererse a sí mismo no pinta nada ni en su propia alma. Y dejo atrás música, un vaso lleno, una mirada gacha, un silencio incómodo... La sensación de ser mala y de no pertenecer. Debería irme. Si fuese más valiente me borraría del mapa.
Lloro, gimo, no grito, porque mi garganta está cerrada. Gritaría. Gimo. Lloro.
Me siento sola y vacía. Y equivocada, tan equivocada que no puedo volver atrás, y sólo me queda la salida fácil o la salida correcta.

Me queman las mejillas de tanto llorar. No puedo con este peso, no puedo con esta culpa, no puedo con ese daño. No debí haber entrado nunca en vidas ajenas que no me necesitaban. No puedo seguir adelante. No puedo sobrevivir más noches como estas. Tengo un grito de auxilio en la garganta.
Todos tienen sus vidas, nadie me necesita en profundidad. Y si no lo hacen, yo no puedo necesitar a esa gente que tanta falta me hace...
Me siento sola, me siento triste, me siento abandonada, me siento estúpida, me siento rota... No se puede aspirar a más, soy el vivo retrato de la mierda, por dentro y por fuera.
Pura fachada que esconde un flan, una inseguridad, un corazón negro, una necesidad de agarrarse a algo tan fuerte que puede que, sin mi tabla, me pierda para siempre.

Hoy, si fuese por hoy, desaparecería. Porque sé qué es lo que está bien, que no tengo un sitio real, ni siquiera creo ser una persona real.
Yo también me duelo.
Pero el culpable no tiene derecho a perdón.

Aprieto la mandíbulas, quiero morir, que me explote la cabeza.
Soy suficientemente consciente de mi cuerpo, de mi alma, aunque me haga la loca; tan consciente que me duele respirar, que me cuesta salir de casa, fingir seguridad, fingir felicidad.
Y aquí estoy, congelándome en mitad de una cuesta, de una calle con el asfalto mojado, esperando que me vengan a buscar, porque al llegar a casa estaré perdida en mí misma, y esta noche no puedo salvarme, quizás ya no pueda hacerlo nunca más. Me rompo, me jodo, me odio. Me va a explotar el pecho, lo siento de veras, la garganta, la cabeza, todo me va a explotar. No puedo seguir.
Aprieto los dientes tan fuerte que espero que me explote la cabeza. No quiero morir, no quiero vivir. Ni una cosa ni la otra. Sólo quiero no volver a sentir esto, no volver a sentirme rota, jodida y solísima. No quiero seguir viviendo si es así.
Siento que no pertenezco a nadie ni a nada. Me siento sola. Nadie me quiere curar, nadie puede. Deberíamos arreglarnos nosotros mismos, pero en noches como hoy necesito un mecánico. Alguien que me guíe, que me mienta, que me prometa.

No puedo parar de llorar. He perdido. Me he perdido. A pesar de mis esfuerzos me siento sola, me siento vacía, me siento floja y fea. No puedo vivir si no puedo soportarme. No puedo vivir si me duele cada segundo de más.
No tengo nada más, nada especial, nada diferente. Sólo este vacío que todos llevamos dentro, que a mí hoy me ha ganado, me ha consumido, y me ha hecho llorar hasta hacerme daño en la cara. Todos estamos rotos. Por eso yo no tengo a nadie.

Si va a ser así toda la vida ya he tenido suficiente.
Mi cuerpo ya ha tenido suficiente.
Mi alma ya ha tenido suficiente.
No puedo seguir así.

¿Es lo suficientemente claro?

1 comentario:

Anacleta dijo...

Me sentí tan identificada que hasta casi creo que lo escribí yo y que me leiste la mente o alguna cosa de esas. Me gusta mucho como escribís, esta es la que más me gusto y me identificó hasta ahora, espero que sigas escribiendo, lo espero cada vez que termino de leer una entrada. Creo que no se dice nada, pero un hasta la próxima supongo que estará bien! Ana.