viernes, 5 de julio de 2013

Laino guztien gainetik, sasi guztien azpitik

Paso las noches leyendo.
Los días hablando.
Hablo mucho, por los codos, por las rodillas, por los ojos.
Construyo castillos en el aire,
entre las nubes y las zarzas.
Tengo el gen de la bruja
aquella que tenía unos ojos verdes,
y ya murió,
y decían que podía hechizarte con la mirada.

Trato de hechizar a esos niños
del asiento de delante,
en el vagón número ocho
de un tren que me lleva
al hogar vacío;
porque volamos y ella
y yo,
ya no vamos a ser nunca
como cuando yo era pequeña
y la quería de esa manera.

Y los niños,
los del vagón ocho,
que se ríen y se esconden,
crecerán.
Me pregunto dónde estaré yo.

Cuando el gen de la bruja
me lleve a donde llevó a la bruja primigenia,
¿seguirán los niños dejándose hechizar?
¿los nidos vaciándose de manera tan triste
que volver a casa
suponga no tener nada
más que un edificio ajeno
lleno de recuerdos?

¿Cuándo,
ella y yo
dejamos de querernos
y yo me llené de este dolor?

Si mi propia voz es el destino del tiempo.

amaiera

1 comentario:

Oriana Blanco Herdz dijo...

Tu texto me atrapó a partir de la referencia de "ojos de hechicera". Pude imaginarme con las escasas líneas de tu poema (¿es tal?) una escena onírica, sombría y triste.

Muy buena la forma en que evocas el distanciamiento emocional.

Saludos ^^