martes, 22 de octubre de 2013

Carta de Fuego a Mártir.

Te cuentas esa mentira,
una y otra vez.
Lo entiendo,
es para no asumir la culpa
y el dolor.
Para no aceptar
que rompiste todas tus promesas;
que, por traicionar,
te has traicionado a ti misma
y, peor aún, a quien más te ha cuidado.

De Fuego a Mártir,
que sé que es más fácil culparme a mí
que mirarse al espejo.
Que es más fácil decir que moriste
por una causa,
porque nadie busca el puñal
en la mano de la víctima.
De Fuego a Mártir te digo,
que si quieres yo te quemo
y guardamos el secreto.
Todo eso de la sangre que traías encima
antes de arrojarte a mis llamas.
Todo eso de que has envenenado
tu hogar hasta los cimientos.

Te darán una caja en la que descansar,
un nuevo sitio.
Te compadecerán,
te llevarán flores.
Seguro que sí,
va ser precioso que todos quieran
a la persona que nunca has sido,
ni serás.

De Fuego a Mártir,
podemos hacer como que
ninguna de las dos sabemos,
que para ser héroe,
hay que ser silencioso,
que es vanidad jurar que es martirio
el daño autoinflingido.
Que, en cualquier caso,
serán los otros,
los que vean más allá de las mentiras,
los que juzgarán tu caso
y por tu santidad, que no te llegue el día.

De Fuego a Mártir
te aseguro que no porque yo te mate,
o porque tú te inmoles,
será más honorable tu causa egoísta.

De Fuego a Mártir
te recuerdo cuando me dijiste
que si le hacía daño me destruirías;
y me pregunto qué tal te irá a ti.
Porque veo la sangre tras todos esos gritos
y aspavientos,
pero no veo el amor
y todo eso del sacrificio y cuidar de otros.

Te pregunto,
¿qué quieres conseguir,
que no sea para ti?




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