mírate al espejo un minuto,
sin decir nada.
Uno no puede llorar mientras se esta cepillando los dientes.
Está comprobado.
Conversaciones que son
como las mariposas nocturnas:
se esfuman con la mañana.
No las puedes ver de día,
quizás nunca hayan existido.
Y yo también,
que me lo creo todo,
a veces me siento como el mar
en una tormenta:
yendo y viniendo,
sin romperme del todo
por mucho que me golpee contra cada roca.
Me ahogo en el fondo de mi garganta,
se cierra y no puedo respirar.
Por eso me cepillo los dientes,
en silencio,
de madrugada,
mirándome al espejo,
mirándome a los ojos
y pretendiendo que esa desconocida
no soy yo.
Yo estoy muy lejos de aquí
bajo alguna tormenta
golpeando las piedras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario