domingo, 20 de octubre de 2013

vive, vivió, vivirá

Yo ya pasé por eso, ya lo dejé atrás. 
Y así quiero que quede, atrás. 
Y no tengo fuerzas para afrontar
que el pasado vuelva a mediados de octubre,
y nos deje una culpa que empañe
lo bueno, 
haciendo que no podamos
ni mirarnos a la cara;
que seamos en otoño lo que fuimos en verano,
cuando no pudimos ser
lo que necesitábamos para el otro.


Y es que la historia no se puede cambiar, 
por mucho que la miremos o la ignoremos.
No se puede echar mano al pasado más que siguiendo adelante. 
Nuestra mayor venganza será ser felices.

Porque, aunque podamos tener aún estas heridas
que hacen de ciertos nombres o noches, temas tabú,
tenemos que enmendar el pasado a golpe de presente,
futuro.

Y yo solo necesito la promesa 
de que esa sensación de nudo en la garganta
que me arrastraba hacia el fondo
las noches de junio, julio,
no va a volver,
ni como fantasma del recuerdo.

Solo necesito seguir adelante,
sin pensar en los golpes que nos dimos,
en los golpes que dejamos que otros nos diesen,
en las veces que no fuimos lo suficientemente valientes como para gritar, levantarnos, romper y correr. 
Sin pensar en las palabras que se dijeron y en las que no, todo por no creer, no saber, no atreverse. 

Seguir adelante sabiendo lo que hicimos,
más mal que bien,
para tomar el camino opuesto,
directo a otro cielo.

Que el pasado es pertenencia de entonces,
de sus noches frías,
su realidad alternativa
y sus intentos de salvarse. 
Es parte de cuando el mundo era diferente,
y algunas personas, creímos que mejores,
y algunos futuros, creímos que imposibles.



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