¡En qué otra cosa iban a gastarlo si no!
Imaginaba, divertido, la vida de aquella mujer que, a su vez, más que mirarse a ella, estudiaba sus muslos en un espejo. Imaginaba el colegio de un niño pecoso, su universidad, su primera novia, su primer cadáver, su primer coche...
El perro del viejo portero, el café con sacarina de la dependienta, las hadas en frascos del farmacéutico, los zapatos de navidad de la madre cansada, el amante de la madre, y sus zapatos vacíos...
Todo estaba dentro, y todo estaba fuera.
Pegado al cristal veía, también, los que pasaban por su espalda.
Ahí va, el amor de mi vida, ahí el amigo que nunca tuve, y ahí el que se llevó a la anterior mujer de mi vida.
Y sus pies, fijos en el suelo, eran lo único que lo mantenían entre las baldosas, más hundido que postrado, para no correr detrás de cada persona que se le escapaba.
Como cuando en una librería le dolía la cabeza, de escuchar todas las historias que aún no había descubierto...
¿Y él, qué quería?
Quería un gofre con chocolate, como cuando era pequeño... una cena en un castillo, una princesa enamorada de las torres... el mar del norte, enfurecido.
q u e a s c o d e p u b l i c a c i ó n : (
1 comentario:
Un gofre con chocolate, una cena en un castillo.
^^
Todo esto me suena. ; )
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