viernes, 17 de mayo de 2013

Alquimia

La casa está preciosa con su luz de primavera húmeda. El pasillo está dorado. Huele a gente que duerme tranquila. Es triste, duele. Si lo miro demasiado, si lo respiro durante mucho tiempo, me romperé en pedazos, sin movimientos, sin sonidos, sin explosión. La carne seguirá unida a los huesos, pero las heridas no se curan nunca, no se olvidan. Seremos cadáveres rotos, rasguñados, apuñalados, desgarrados... Simplemente un día nos deja de importar.

A veces lo único que queremos en la vida es alguien que nos coja de la mano. Que no nos suelte. Ya nos curaremos nosotros, pero que no nos suelten, por favor, que no nos suelten. Prometemos mejorar, prometemos dejar de hacernos daño, avanzar, vivir, reír. Solo queremos una mano, que nos toque, que nos haga reales, que nos crea, que nos cree. Alguien que nos vea mejor de lo que nos sabemos, que nos quiera en las partes que nosotros no somos capaces de querer.

Y sin embargo estamos solos; hay una pequeña parte de nosotros que siempre se siente sola. Y de pronto alguien nos ve, nos mira. Quizás no haya manos, quizás no haya palabras. Pero se enciende una vela, en la ventana contigua, en otra casa, en otra vida. Alguien que también está solo enciende una luz, y esa soledad se desvanece, se vuelve volátil, se vuelve clara, y sentimos esa mano, esos ojos, esa otra persona que puede llenar nuestros huecos. Y sin embargo estamos solos.
Cuando cerramos los ojos, cuando dormimos, vivimos, solos. Porque hay que estar solo para conocerse, para curarse. Porque de todas maneras la luz al otro lado de la ventana llega fría a través del cristal. De nuestro cristal. Que las barreras, la ventana, es nuestra, y al otro lado está la vida, sin barreras, sin fronteras, sin nada gélido, nada que se interponga entre nosotros y los otros. 

Yo golpeo, golpeo, sé que hay una salida, siempre la hay. Y mientras golpeo el cristal, este me devuelve mi reflejo sufriendo.
Ya me curaré yo, pero que no me suelten.





Nunca solos del todo,
y nunca completamente acompañados.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si hace buen tiempo siempre habrá alguien que se acueste con la ventana abierta

Unknown dijo...

Qué bonito escribes