Lo miro todo. Quiero tragar el mundo por los ojos, llenarme el estómago de ideas, de colores, de sensaciones. Lo siento todo antes que pensarlo, porque la mente es un filtro.
Los domingos son una sensación, las noches de fiesta una canción, una imagen. Nada debería tener nombre, o al menos no solo uno. Yo quiero ser tormenta, libélula, marea y cerezo. Tú eres arena, sol, cuerdas y humo. Y tú hierba, mantas, lluvia de verano y puerta. Así deberían describirse las personas, sentidas antes que nombradas, no somos propios, no somos una cosa, no somos y ya.
A veces necesitamos una luz en medio del mar. Una puta luz, como si la luz pudiese salvar vidas.
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