lunes, 13 de mayo de 2013

Tango

El espíritu de una polilla habita entre mis libros.
Si les tocas las alas no pueden volver a volar.
Sus alas son su corazón,
pero ellas no tienen alma.
Las polillas son mariposas de noche,
no son lo mismo, pero solo porque no podemos verlo.

Son como lobos
aullándole a la luna,
con las estrellas.
Si les tocas el pecho no pueden volver a respirar.
Ahí guardan el corazón,
pero un verano largo les comió el alma.

Las libélulas pasan la mayor parte de su vida en el agua,
dormidas.
Cuando eclosionan vuelan sin descanso,
no pueden posarse,
hasta que mueren.
Queman la vida, despiertan.

No tienen nada que ver los unos con los otros,
salvo que son libres,
y viven enamorados, de la luna, de las llamas, del agua;
y probablemente no se conozcan nunca.

Las libélulas son guerreras y durmientes.
Las polillas son damas de noche.
Los lobos son solitarios compañeros.
Si los coges los rompes.
Pase lo que pase mueren,
morimos.

Cada uno decide el motivo.






Algunas polillas se inmolan en las llamas.
Ícaro.

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