¿Y qué haces aquí?
¿Cuánto vales?
¿Quién decide
qué haces con tu vida mañana,
y al siguiente
y al siguiente?
¿Cómo se es libre?
¿Cómo se es?
¿Quién?
No somos nada, no somos nadie, ni somos de nadie. Somos esa persona que se sube a un autobús siguiendo la estela de otros. Esa persona que se agarra a las tablas de una casa ya habitada. Quien cierra fuerte los ojos e intenta dormirse pronto, antes de que del fondo del alma salga una voz.
¿Cómo estás? Cállate, déjame en paz.
Somos el eterno desconocido, el agua y sus misterios.
Buscamos que nos lean la mente y el corazón, que nos pongan nombre, que nos den forma; para poder huir así de tener que hacerlos nosotros mismos (y no es que no sepamos las respuestas, es que queremos nuevas).
No somos amos y señores, no somos avasalladores. Somos más bien devorados, avasallados. Nos tragan, nos encanta; pero pasamos sin pena ni gloria, como debe ser.
No somos nadie, no somos nada, de nadie. Ni debemos serlo. Algunas personas están para quedarse, para arreglar, para arraigar. Otras están para huir, para buscar, para gritar en mitad de la calle, en letras de canciones rasgadas, que quieren ser encontradas.
Otras, simplemente, están, perdidas. Siempre.
Va a subir la marea.
FUCK OFF
(pero qué mentira más gorda)
De acero soy de la cabeza a los pies
y el cielo es solo un trozo de mi piel.
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