Hemos conocido tiempos mejores,
hemos vagado por las aceras dormidos,
con los ojos cerrados, viendo pasar sobre nuestros párpados
las luces de los coches,
neones,
mecheros.
Somos como seres nocturnos,
pequeñas aves oscuras,
mariposas frenéticas.
No nos sienta bien,
pero nos calma las heridas.
Vivir del revés
(rêve)
Con el pelo como antorcha,
la voz en llamas,
las piernas incandescentes.
Quiero quemar las nubes bajas
que se atrevan a anegar mis pulmones.
Quemar las alas rotas que arrastra el viento,
quemar los tejados de esos recuerdos
que no nos dejan respirar
vivir.
He conocido tiempos mejores,
con más sonrisas y menos camas tristes.
Con menos reproches y pechos abiertos,
de corazones que laten por máquina
(deus ex machina)
Pero esos tiempos mejores
no son más que otra luz que acaricia nuestro rostro
cuando pasamos ausentes por la calle,
de noche.
Y cerramos los ojos,
y la bestia nos mira, altiva.
Nos dice: Has conocido tiempos mejores.
Somos criaturas de las sombras. A mí ya no puedes herirme;
los tiempos mejores me hicieron cre(c)er
para sobrevivir al presente.
Más aún,
para vivir. Que la bestia no nos intimide.
Nosotros también sabemos aullar, rugir, arañar.
Somos amos y señores.
Construyendo tiempos mejores.
Quemándolo todo.
Le contestamos, compasivos:
Mi cuerpo ya no es tu templo
ahora somos nuestros propios dioses
máquinas perfectas
con engranajes que giren, pechos que latan
por algo más que por la inercia de un reloj.
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