jueves, 20 de junio de 2013

Sin tocar el suelo




Las mañanas y su veneno de la inocencia,
y su aliento frío y luces blancas en el espejo del baño.
Duermevela.

Gemir en sueños,
arrugar las sábanas,
el escudo del día
de la vida.

¿Somos más o menos nosotros cuando dormimos?

Rehuir, en silencio;
aceptar sentencias,
en silencio.

Idiotas que no hablan:
creemos en la telepatía.
Mentira.

Todos los amaneceres son tristes,
igual que todas las camas saben aislar;
basta con echar un vistazo al exterior,
hacia fuera.
Al cielo,
a una habitación oscura.
Es como mirar al abismo,
furioso,
hambriento,
directamente a los ojos.

últimamente me planteo
dormir con un ojo abierto,
aprendiendo a no morir de frío
y a devolverle la mirada
a ese pozo
que tan bien sabe mi nombre
luchando contra las oleadas que quieren invadir mi arena
y sus castillos, sus calles, sus habitantes.

Pero es, de nuevo, este miedo
a dejar de ser yo
por haberme convertido en guerrero.

"Cuando no sé qué camino de mi vida tomar
...
te he pagado cien veces mi deuda"

...ya no es penitencia,
es una forma de vida.

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